Alejandro Riestra Martínez.
La Bandera de la
Academia General Militar, en estos últimos meses, ha tenido un especial
protagonismo por haber prestado juramento ante ella Su Alteza Real la Princesa de
Asturias, que en breve abandonará este Centro para continuar su formación en la
Escuela Naval Militar, y con posterioridad por el acto de renovación de su
juramento por parte de Su Majestad el Rey don Felipe VI, dando continuidad así a la
tradición del regreso de las promociones que han cursado estudios en esta institución, primero a los veinticinco años, y después a los cuarenta
para renovar su juramento ante ella.
Esta enseña fue
entregada por orden de la Reina María Cristina a la Academia General Militar el
17 de julio de 1886, por aquellos años ubicada en el Alcázar de Toledo,
sustituyendo a la anterior “La Universitaria”, que recibía este apelativo
debido a que con ella se alzaron los estudiantes toledanos contra el francés,
en una ceremonia en la que el General Galbis la recibió de manos del General
Blanco. Desde ese momento y hasta hoy ha sido testigo mudo del juramento de dos
reyes y de una heredera al trono, así como de miles de oficiales de nuestro
Ejército y de la Guardia Civil, que han cursado estudios en “La General”
durante sus tres épocas, llegando a su ubicación actual hace 75 años.
S.M.el Rey el 04 de mayo de 2024. AGM. |
Este estandarte, que mantiene aun su escudo original por estar considerada Bandera Histórica, debe su
existencia (como el resto de las enseñas actuales) a que en 1785 Carlos III
escogiera los colores rojo y amarillo
para las banderas de la Marina española. El motivo no era otro que la
mayoría de los barcos en la lejanía, y por su similitud, confundían sus
pabellones, ya que paños similares los utilizaba Francia, Nápoles, Toscana,
Parma o Sicilia, es decir, potencias
donde reinaban distintos miembros de la Casa de Borbón. Por eso Carlos III le
pidió al ministro de Marina, don Antonio Valdés, un proyecto con diferentes
colores que hiciese inconfundibles a los navíos de su Armada. Pero no sería
hasta el 13 de octubre de 1843 en que la Reina Isabel II, siendo presidente
provisional del Gobierno don Joaquín María López, firmara un real decreto
imponiendo la bandera roja y amarilla cargada de un escudo circular en el
centro con las armas reales con la cruz de borgoña acolada, como bandera de
España. A pesar de esto, no lo sería de facto en todas las instituciones hasta 1909.
Esta, o cualquier bandera, lejos
de ser una simple representación visual de un territorio, encierra un inmenso
significado cultural e histórico, sirviendo como símbolo de la identidad y de los
valores de una comunidad. Durante siglos, las banderas han jugado un papel
crucial en la configuración de la misma "alma"de las naciones. Su
poder radica en atesorar la esencia de la historia, la cultura y las
aspiraciones de un pueblo, convirtiéndola en un símbolo atemporal capaz de
identificarlo.
Nadie que no sienta
un profundo amor por su Patria sería capaz de entender lo que significa la
ceremonia de Juramento a la Bandera. Un acto en
el que uno se juramenta para dar incluso su vida, si fuera necesario, en
defensa de la Patria, solar de nuestros ancestros, labor de siglos forjada con el trabajo de tantos que
nos antecedieron.
Quién haya pisado el engalanado patio de esta "Escuela de Soldados",
en ocasión similar, tiene la fortuna de conocer, sin ambages, lo que sintió Su Alteza en ese
momento y lo que vivió Su Majestad mientras lo volvía a recorrer.
Imagen: Casa Real.
Publicado por La Mesa de los Notables.