Hubo un tiempo en el que
existió un rey, unos caballeros y una dama. Fue una época de leyendas
míticas. “Excalibur”, prototipo de la
“Tizona” de nuestro Cid y de la espada “Cantarina ” del príncipe Valiente,
surgió del fondo de las aguas de la mano de la "dama del Lago" y con
Merlín como testigo fue a parar a su nuevo dueño, Arturo, que se casaría con
Ginebra y crearía una hermandad caballeresca en torno a la Tabla Redonda, de
donde partirían los caballeros en busca del Grial. Fue una época en el que las leyendas
crearon personajes históricos arquetípicos.
Ángel Almazán de Gracia
Leonor de Aquitania.
Leonor de Aquitania se
casó con Enrique II Plantagenet tras ser repudiada por Luis VII de Francia.
Ella fue la musa de los trovadores franceses y bardos bretones e impulsó el
ciclo literario artúrico y griálico. Tuvo una hija, Leonor de Plantagenet, que
se casaría con Alfonso VIII, rey de Castilla. Y ella trajo la Tabla Redonda a
nuestra tierra en forma de "Rueda Troncal de los Doce Linajes" mientras miraba
a la izquierda hacia la "Sierra de la Demanda del Grial" y a la derecha a la "Sierra del Almuerzo", sede griálico-artúrica de los siete infantes de Lara,
con los Templarios como guardianes.
Todo se entremezcla simbólicamente
en esta historia: el mito nos lleva a su encarnación histórica, que siempre es
imperfecta e incompleta por ser humana y estar cada vez más alejada de los
arquetipos originarios y de los dioses.
¿Por dónde empezar?
Comenzar a hablar de Hiperbórea sería redundante, aunque ahí está la génesis de
los mitos indoeuropeos en los que transcurre nuestra historia. Partamos, pues, del siglo XII para mayor
comodidad del lector. Y digamos, con Joseph Campbell en “El poder del mito” que
“no creo que haya habido nadie en la Edad Media de una talla equivalente a la
de Leonor de Aquitania”. Fue la mujer más interesante, importante y fascinante.
Nació en 1122, tres años después de fundarse la Orden del Temple, y falleció en
1204. Fue duquesa de Aquitania, condesa de Poitou, reina de Francia y de
Inglaterra.
Leonor de Aquitania cruzando a un Caballero. Obra del pintor Edmund Blair Leighton ( imagen añadida al artículo por el administrador del blog). |
Sin ella quizás no hubiesen existido las Cortes de Amor tal y como se desarrollaron, con ese trasfondo hermético y esotérico que repudiaron y combatieron Domingo de Guzmán y su mentor, Diego de Acebes, obispo de Osma. Sin ella no se hubieran escrito dos de las mejores obras de ese siglo: Roman de Rou y Roman de Brut (esta última desencadenaría una serie de novelas de temas arturianos).
Jean Markale dice que
Chrétien de Troyes se inspiró en ella para el personaje de Ginebra en sus obras
artúrico-griálicas. Y agrega lo siguiente: “Se puede afirmar que, sin Leonor,
no habría literatura cortés, por lo menos en lengua francesa, y que la mayoría
de las leyendas celtas relativas al amor serían completamente ignoradas en la
Europa cultivada del siglo XII. Fue necesario que una reina apasionada por el
tema del amor y por la poesía prestara oído a los fabulistas bretones que
recorrían sus estados continentales e insulares para que se desatara un proceso
único en la historia literaria: la invasión de un viejo mito y su
rejuvenecimiento a través de poetas cuyo genio se revela en el grandioso fresco
que nos han dejado. Tristán, Isolda, Arturo, Ginebra, Lancelot, Gauvin,
Merlín, Yvain, Laudine, Luned, Viviane y Morgana: estos nombres, convertidos en
símbolos universales, nos traen el recuerdo de Leonor. Sin ella no serían más
que sombras”.
La Tabla Redonda.
Alfonso VIII (1155-1214)
tiene una fuerte vinculación con Soria. Es nuestro rey-niño. Asegura Miguel
Moreno que vivió en Soria entre 1158 y 1162.
El linaje de Santa Cruz
y Pedro Núñez de Fuentearmegil le libraron de caer en las manos de Fernando II
de León en la disputa existente entre Laras y Castros. Comenzó a reinar en
Castilla teniendo 14 años, en 1169, y al año siguiente se casó con Leonor de
Plantagenet, conocida también históricamente como Leonor de Inglaterra
(1156-1214), hermana de Ricardo Corazón de León, sobre el cual se escribieron
leyendas en las que sobresale Robin Hood y, mucho más próximo en el tiempo (en
esta segunda mitad de siglo), aparece en algunas aventuras de nuestro Capitán
Trueno.
Pues bien, si Leonor de
Aquitania tuvo mucho que ver con la génesis del ciclo artúrico-griálico, aunque
no tanto como los Templarios, su segundo marido, Enrique II Plantagenet trató
de imitar al mítico rey Arturo, y al igual que hiciera después Ricardo Corazón
de León, impulsó por motivos políticos más que nada la difusión europea
literaria de las leyendas artúrico-griálicas en la que adquiere un papel
relevante la Tabla Redonda que Arturo instala en su castillo de Camelot a
sugerencia de Merlín, y que han sido recientemente plasmadas con mucho acierto
en el filme Excalibur dirigido por John Boorman.
Sir Thomas Malory indica
en La Muerte de Arturo que la Tabla Redonda (Mesa Redonda) estaba construída a
imagen del mundo y en ella podía encontrar cobijo el universo entero, terrestre
y celeste. F. Kampers se refiere a la trayectoria de los astros y a la rotación
del cielo en relación siempre a un centro inmovil, un Eje del Mundo. Y como
destaca Julius Evola, en muchas narraciones los caballeros que se sientan en
torno a la Tabla Redonda son doce (como doce son los planetas y los metales en
la astrología y alquimia, y doce son los signos zodiacales, y doce suman los
apostoles, etc).
Julius Evola resalta su
simbolismo en estos términos: “La importancia de este detalle estriba en el
hecho de que el doce es un número solar que, de una u otra forma, siempre
figuró dondequiera se constituyó, o intentó constituirse, un centro
tradicional: los doce tronos de Midgard, los doce supremos dioses olímpicos,
los doce troncos del centro délfico, los doce lictores en Roma, los doce
residentes de la Avallonia, los doce condes palatinos de Carlomagno, y así
sucesívamente”. El doce, por supuesto, tiene otras interpretaciones simbólicas
cuya enumeración no vienen al caso.
Los Doce Linajes.
Con todas las
referencias dadas no es difícil comprender que el licenciado Alonso Ramírez
escribiera durante 1578 en su manuscrito Prerrogativas y Derechos de los Doce
Linajes lo siguiente acerca del origen desconocido de éstos: “… nos queda agora
la conjetura de pensar que ansi como los Doce Pares de Francia fueron
instituídos a semejanza de la Tabla Redonda de Inglaterra e las Casas de
Navarra a semejanza de los Doce Pares de Francia, la constitución e fundación
de estos Doce Linajes debieron ser por esta manera”.
Sabemos que Alfonso VIII
concede a Soria su "Fuero Extenso" y la mayoría de los historiadores
consideran que fue el creador de la "Casa Troncal " o
"Institución de Caballeros Hijosdalgo de los Doce Linajes de la Ciudad de
Soria", a los que otorgaría el Privilegio de los Arneses que ha obligado
hasta el siglo XIX, época en la que desapareció la Casa Troncal, a que los
reyes de Castilla (y luego de España) pagasen en su primer año de reinado cien
pares de armas, escudos, capellinas y sillas o 350.000 maravedíes a los Doce
Linajes, hecho único en España, como única ha sido dicha Institución.
No es ninguna tontería
pensar que la Rueda de los Doce Linajes en la que están circunscritos los
escudos de estas casas nobiliarias descendientes de godos y que rodean a la
figura ecuestre de Alfonso VIII, encuentre su fundamento arquetípico e
iconológico en la Tabla Redonda y el rey Arturo, pues sus leyendas las conocía
desde niña Leonor de Plantagenet, cuya familia estaba expandiendo por Europa el
ciclo artúrico-griálico.Esta es al menos mi opinión.
Así parece sugerirlo
también este otro texto del escribano Alonso Ramírez transcrito por J.A. Martín
de Marco: “… estos doce linages como está dicho no son más antiguos unos que
otros ni menos principales porque todos se tiene por cosa cierta fueron
escogidos e nombrados un mismo día y en una misma hora y para un mismo efecto
de donde vino hacer el rey de Inglaterra de quien dice tabla redonda en que se
sentasen para mostrar que en los tales caballeros no ha de aber prioridad ni
posterioridad ni diferencia ninguna ni personal ni asientos ni en otra
cualquier manera”.
Por otra parte
encontramos que el escudo de Soria es un castillo con tres torres y sobre las
mismas asoma la cabeza coronada de un rey, Alfonso VIII. ¿Porqué no ver también
en ello un paralelismo simbólico con Camelot y el rey Arturo?. Estoy seguro de
que esta similitud rondó en la mente de Alfonso y Leonor y que tal vez sugirieron
que el escudo de la ciudad fuese así por tal motivo. Tal vez, acaso, simplemente
afectó inconscientemente en sus creadores estos arquetipos y lo configurasen
así, en una sincronicidad más mítico-histórica.
Queda para otro día
hablar del simbolismo iniciático de la iconografía de la iglesia románica de
Santo Domingo, antaño de Santo Tomé, construida por canteros franceses de
Poitou, de donde fue condesa Leonor de Aquitania, según explica María Elena
Sainz Magaña en su tesis doctoral.
Interpretación del primitivo escudo de Soria troquelado en
la campana grande de la parroquia de Nuestra Señora la Mayor (imagen añadida al artículo por el administrador del blog).
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Irónicamente ha sido
Santo Domingo de Guzmán -uno de los mayores combatientes del catarismo y del
amor cortés trovadoresco impulsado por dicha reina- el que ha tomado posesión
patronímica de este templo construido gracias a Leonor de Plantagenet, cuya
figura sedente, como la de Alfonso VIII, parece estar representada entre la
arcada principal y el rosetón-, rosetón que no es sino una materialización del
simbolismo hermético de la rosa, muy nombrada entre los trovadores, minnesinger
y Fieles de Amor, entre los que cabe incluir a Federico II, emperador de
Alemania, que en alguna ocasión la denominaría -¡y asombrémonos, por favor!-
“Rosa de Soria”. Pero esa es otra historia.
SORIA Y MÁS.
Publicado por La Mesa de
los Notables.