Por José GONZÁLEZ CARBALLO. Doctor en Historia por la Universidad de Sevilla. Historiador de Lora del Río. Presidente de la Asociación Espacio y Tiempo de Lora.
El fondo documental, por
acumulación, viene a ser un conjunto de pequeños archivos patrimoniales
agregados al compás de la historia viva de la familia que los crea, conservados
a través de los siglos y generaciones, desde el siglo XV (1464) hasta nuestros
días, en las que, en algún momento, hubo miembros con mucho poder en el ámbito
local e incluso algunos trascendieron fuera por sus actividades políticas, culturales
o profesionales.
Su tipología documental es muy variada y rica: mayorazgos, vínculos y patronatos, escrituras de propiedad, censos, juros, rentas privadas, inventarios, particiones y transmisiones de bienes, capitulaciones matrimoniales, testamentos, fundaciones piadosas o capellanías, pleitos y procesos ejecutivos, correspondencia particular, títulos, documentos públicos, información municipal o de los concejos vinculados a la familia, escrituras notariales, genealogía que nos permite seguir la pista de sucesiones de bienes, heráldica, libros de memoria o contabilidad, y cartas de pago, obligaciones y cuentas, entre otros muchos tipos.
Son documentos importantes que hay que recuperar, cuidar y difundir, siendo necesario ofrecer la custodia de estos documentos históricos de carácter privado en un archivo público, cualquiera que sea su titularidad, en el régimen legal que se acuerde con los propietarios, porque además así se superan las dificultades que suscita su consulta mientras permanecen en manos privadas.
El archivo, a pesar de la dispersión de los documentos que lo componen, constituye una herramienta complementaria para elaborar parte de la historia local de Lora del Río, Carmona, Orense, Mérida y Villanueva de la Serena, contribuyendo a un mejor conocimiento del devenir histórico de estas villas y ciudades.
De ninguna manera podemos dejar perder estos papeles, que tienen mucha historia que contar, y a los que hay que dar el valor informativo que merecen, aparte del intrínseco. Además de datos públicos históricos, atesoran datos privados de la memoria personal y familiar, pero que trascienden, por el protagonismo que tuvieron sus protagonistas, a la memoria colectiva y a la historia particular, más allá de los grandes hechos que habitualmente presenta la historia convencional, complementando la visión de la sociedad que no pueden ofrecer los archivos públicos.
Los documentos conservados no sólo nos sirven para conocer más a la familia que los creó, su estatus, el perfil como grupo de la élite social a lo largo de los siglos, sino también las vicisitudes por las que pasaron a lo largo de su existencia. Sin embargo, es necesario decir que el acercamiento al archivo no podrá hacerse con éxito sino desde el conocimiento contextualizado de la historia local, familiar y genealógica correspondiente, un camino que queda en parte allanado con la consulta de mi libro La familia Quintanilla. Lora y Carmona, siglos XV-XX. Genealogía y estudio histórico.
En total, salvo error, el Fondo Documental Quintanilla y Casa Marquesal de Carrión de los Céspedes, se compone de 45 legajos de documentos archivados en 55 cajas, distribuidos por secciones, Carmona y Lora (25 legajos en 32 cajas con 610 unidades documentales compuestas, sección que hace de eje de agregación de todas las demás), Orense (1 legajo en 2 cajas con 55 unidades documentales), Mérida (10 legajos en 12 cajas con 398 unidades documentales) y Villanueva de la Serena (9 legajos en 9 cajas con 155 unidades documentales), que suman 1.218 unidades documentales de nivel inferior, de las que echo en falta 82, inventariadas y numeradas legajo a legajo, caja a caja, en casi 5 metros lineales de documentos incluidas las cajas (Carmona y Lora, unos 3 metros; Orense, 0´20 metros; Mérida, 1´10 metros; y Villanueva de la Serena, 0´60 metros). Un archivo poco voluminoso en comparación, claro está, con los administrativos y públicos, necesitando poca infraestructura y de ninguna manera un espacio amplio, sino pequeño y reducido a la mínima expresión, para darle cobijo.
Incorporarlo a un archivo público dando publicidad y mérito al acto sería un paso más y un aliciente para encontrar, conservar y dar a la luz otros muchos documentos que todavía siguen ocultos en los desvanes, arcas, armarios y cajones de nuestras casas, ignorados por cronistas e historiadores y ajenos al relato de la historia. A medida que actuemos con éxito, dándoles el valor que merecen, los archivos de familia, de una manera u otra, acabarán llamando a las puertas de las administraciones públicas. Porque en este tema, como en casi todo lo relacionado con el patrimonio cultural, la intervención más eficaz es la que cuenta con la complicidad de la ciudadanía, en la convicción de que la acción pública y privada pueden y deben ser complementarias, de forma que la conservación del patrimonio documental no solo sea una obligación del ciudadano, sino también su voluntad y deseo, como ha sido el caso que nos ha ocupado durante estos meses y que debería servir de ejemplo.
Este proyecto fue culminado con éxito el pasado 30 de junio en Lora del Río tras firmarse en acto público el correspondiente comodato entre doña Isabel Montoto Linares, marquesa de Carrión de los Céspedes, propietaria del Fondo, comodante, y el Excmo. Ayuntamiento de Lora del Río, comodatario, habiendo quedado desde entonces dicho archivo privado a disposición de investigadores e historiadores y público en general para que pudiese ser consultado.
La familia Montoto Linares, doña Isabel, la titular, y su hermana doña Magdalena, ejecutaron así los deseos de sus padres, don Rafael Montoto de Flores y doña María Luisa Linares de Bago Aranzabe y Quintanilla, y de su hermano don Javier Montoto Linares, ya fallecidos, así como los de su tío don Joaquín Linares de Bago Aranzabe y Quintanilla, residente en México.
Para inventariar el Fondo y llevar a cabo la firma del comodato, ha sido muy importante el apoyo que en todo momento hemos tenido de doña Isabel y doña Magdalena Montoto y Linares, por lo que debemos y queremos hacer constar aquí nuestro más profundo agradecimiento, además de subrayar su generosidad.
A don Manuel Gamero Nieto, por todos los diseños y la maquetación del libro, colaboración de incalculable valor y que apreciaré siempre.
A quienes desde el principio, por conocerlo, se han interesado por este trabajo, especialmente a los primeros, doña Concepción Montoto Sousa y don Manuel Calero Cruz, así como doña Salud de los Amparos y doña María Luisa Caro Roldán.
Por sus aportaciones, a don Fernando Salustiano Linares Gómez-Álvarez[1] y a don José María Montoto Cañas.
A doña María Díaz Cañete, concejal del Cultura del Ayuntamiento de Lora del Río, don Rafael Álvarez Arévalo, empleado público municipal, y doña Consuelo Doncel, Secretaria General de dicho ayuntamiento, por su permanente contacto con la familia hasta la firma del contrato.
Y a todos nuestros colaboradores, por las alas que nos dieron en su momento, que no fueron en balde, especialmente a mi mujer doña Justa García Toro, sufridora y testigo durante casi un año del inventariado del Fondo.
Con toda seguridad, el legado, prestado en comodato y puesto a disposición del público, así como la acogida a la publicación del Inventario, a punto ya de agotarse, recompensarán los esfuerzos realizados.
En la
villa de Lora del Río, 25 de julio, Santiago el Mayor, patrón de España, año
2020, en tiempos del Covid-19.
[1]Residente en México, hijo de don Joaquín Linares de Bago Aranzabe y Quintanilla, cabeza de la familia de Bago Aranzabe y Quintanilla, por haber fallecido su hermana mayor doña Carmen, al igual que sus hermanos Miguel y Javier, que en su momento cedieron los derechos del título del Marquesado de Carrión de Céspedes a doña Luisa, por ser ella quien vivía en España, no obstante en ser la última en derechos a ostentarlo, ya que en ese momento por Ley eran los hombres y en caso de falta de ellos, la mujer mayor, que era entonces su hermana Carmen, no sólo de mayor edad, sino la primogénita de la familia. Don Joaquin, doña Carmen, don Miguel y don Javier de Bago Aranzabe y Quintanilla también y siempre tuvieron el deseo que este fondo pudiera ser abierto y estudiado para el beneficio de la historia de Lora del Río y de otras partes vinculadas a su familia. A todos estos miembros de la familia directa y a sus descendientes, a los que están y a los que ya no están entre nosotros, hacemos extensivo este reconocimiento, especialmente a don Joaquín Linares de Bago Aranzabe y Quintanilla, que gracias a Dios todavía nos acompaña en México, padre de don Fernando Salustiano Linares Gómez-Álvarez, colaborador de este proyecto. Aunque vivan lejos, están cerca del devenir de Lora y son partícipes del depósito/comodato culminado.
Publicado por La Mesa de los Notables.