Falerística.
Como
imagino, todos nuestros lectores conocerán ya que el Gobierno ha premiado con la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, a un
número importante de personalidades que son, o han sido, relevantes en el
horizonte político de nuestro país.
Algunos, poco más o menos que se han rasgado las vestiduras mientras que otros
han elogiado al Ejecutivo ya que entre los mismos se encuentran el que fuera, hasta no hace mucho, vicepresidente
del Gobierno de nuestra Nación, don Pablo Iglesias, y el efímero exministro de Cultura y Deporte
don Máxim Huerta.
Sin querer entrar a valorar el merecimiento de tal distinción, ni si se ajusta a mi propio criterio (que esto último quede claro), quisiera hacer hincapié
sobre algunas cuestiones atinentes al mismo.
El
vigente reglamento por el que se regula esta condecoración, R.D.1051/2002 del
11 de octubre del 2002, especifica que la misma es “la más alta distinción
honorífica entre las órdenes civiles y tiene por objeto recompensar a los ciudadanos
que, con sus esfuerzos, iniciativas y trabajos, hayan prestado servicios
eminentes y extraordinarios a la nación".
Huelga
pararnos a definir que sería, a todas
luces, un servicio eminente y/ o
extraordinario, ya que estoy seguro que nuestros habituales tienen en mente
cuales podrían calificarse como tales.
Como, así mismo, sería estéril pensar que si estos altos ejecutivos de nuestro
panorama político hubiesen realizado un servicio de este tipo o hubiesen influido, de
una manera u otra, en las decisiones del Consejo de Ministros o etc, el Ejecutivo iba a
desvelar el mismo saltándose el obligado secreto al que están sometidos al
asistir a dichas reuniones.
Por
lo tanto no sabemos con certeza si todos estos condecorados han realizado, o no, algún servicio
meritorio o extraordinario que no haya trascendido a la ciudadanía por la
importancia del mismo, atendiendo a la seguridad o a la estabilidad de nuestro país, o si por otro lado ya es un mérito en si mismo cargar con la responsabilidad de formar parte del equipo de gobierno de nuestro país, que pudiera ser.
Sea como fuera, y como preciso en el epígrafe de este artículo, “nada nuevo bajo el sol”. ¿Quién no conoce a alguien que, por alguna extraña razón, luzca determinada condecoración sin que el motivo de su concesión no nos haga sospechar de cierta iniquidad? o ¿Cuántas de las mismas han estado amparadas en el batiburrillo que, en toda norma, se encuentra recogido en “todas y cuantas acciones, circunstancias o servicios sean considerados como meritorios a criterio de….”? Pues eso, si este hipotéticamente fuera el caso, nada nuevo bajo el sol. Y si son merecidas y sus servicios virtuosos, por cualquier circunstancia, no han trascendido lo suficiente: "chapeau".
Sin
entrar en valoraciones personales solo desearles a todos que la luzcan con salud, como así lo llevan haciendo los demás (con ésta y otras condecoraciones) en los últimos tiempos.
Publicado
por La Mesa de los Notables.