Francisco
Acedo Fernández.
1.Introducción.
Una vez
celebradas las solemnes exequias del Papa Francisco, el Colegio de Cardenales,
reunido en Congregación General, ha decidido que el cónclave para la elección
del nuevo Sucesor de Pedro dé comienzo el próximo miércoles 7 de mayo, conforme
a lo dispuesto por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis y el
derecho canónico vigente.
La
convocatoria del cónclave marca el momento culminante del período de Sede
Vacante: el paso de la espera orante a la acción decisiva. La Iglesia
universal, unida en plegaria, acompaña este proceso que combina la libertad de
los electores, la asistencia del Espíritu Santo y la responsabilidad histórica
de quienes deben elegir al nuevo Romano Pontífice.
A
solicitud de la Mesa de los Notables —a quienes reiteramos nuestro
agradecimiento — presentamos este artículo destinado a ofrecer una visión
rigurosa, ordenada y documentada del cónclave: su fundamento jurídico, su
evolución histórica, su desarrollo práctico y las novedades introducidas en
tiempos recientes.
Lejos de
las simplificaciones mediáticas, el cónclave es un acto de fe y de
responsabilidad: un momento en que la Tradición, el derecho y la historia
convergen para garantizar la continuidad de la misión apostólica en la Iglesia
de Cristo.
2.
Fundamento jurídico del cónclave.
2.1.
Universi Dominici Gregis y modificaciones posteriores.
El marco
normativo actual que regula la elección del Romano Pontífice se encuentra
principalmente en la constitución apostólica Universi Dominici Gregis (22 de
febrero de 1996), promulgada por san Juan Pablo II. Este documento sistematizó,
actualizó y reemplazó la normativa anterior (Romano Pontifici Eligendo, 1975),
adaptándola a los desafíos contemporáneos.
La
Universi Dominici Gregis establece:
- La
composición del colegio electoral, formado exclusivamente por cardenales
menores de ochenta años cumplidos antes del día de la muerte o renuncia del
Papa (n. 33).
- La
obligación del secreto absoluto sobre las deliberaciones y votaciones, bajo
pena de excomunión automática (n. 55).
- El
procedimiento detallado de las votaciones, el modo de escrutinio y la
proclamación del electo.
El Papa
Benedicto XVI, conocedor profundo del derecho canónico y de la historia de los
cónclaves, realizó ajustes importantes a las normas establecidas por Juan Pablo
II en Universi Dominici Gregis.
Sus
principales reformas, recogidas en dos motu propriis (De aliquibus
mutationibus, 2007, y Normas Nonnullas, 2013), fueron:
-
Ratificación estricta de la mayoría cualificada: eliminó la posibilidad,
prevista en la versión original de 1996, de que tras 34 o 35 escrutinios
fallidos se pudiera elegir Papa por mayoría absoluta. Desde su reforma, siempre
se requiere dos tercios de los votos, sin excepción.
-
Adelanto del inicio del cónclave: autorizó a los cardenales, reunidos en
Congregaciones generales, a decidir, por mayoría, adelantar el comienzo del
cónclave si todos los electores estaban presentes, en lugar de esperar
necesariamente 15 días después de la muerte del Pontífice.
-
Refuerzo de las penas contra violaciones del secreto: introdujo sanciones más
severas para impedir toda comunicación exterior desde el interior del cónclave.
Estas
reformas fortalecieron el clima de oración, libertad y comunión necesario para
una elección legítima del Romano Pontífice.
El Papa
Francisco, por su parte, aunque no ha modificado directamente el procedimiento
del cónclave, ha incidido en su preparación mediante reformas curiales
(Praedicate Evangelium, 2022) que podrían influir en el perfil de los electores
y en las dinámicas internas del Colegio Cardenalicio.
2.2. El
principio de secreto absoluto.
Uno de
los pilares jurídicos del cónclave es el principio de secreto absoluto
(secretum conclavis). Según Universi Dominici Gregis (n. 55), los cardenales
electores están obligados, bajo pena de excomunión latae sententiae, a:
- No
revelar nada de lo que se refiere directa o indirectamente a las votaciones,
discusiones o deliberaciones.
- No
utilizar medios de grabación, transmisión o difusión de información dentro del
cónclave.
Este
secreto protege la libertad de elección y evita presiones externas, respetando
una práctica que se remonta al siglo XIII. Además, en las congregaciones
previas, los cardenales y todos los que prestan servicios técnicos o logísticos
deben jurar formalmente guardar secreto, reforzando el carácter de clausura
espiritual y física del cónclave.
En
tiempos recientes, el Vaticano ha extremado las medidas de seguridad:
inhibidores de señales, dispositivos de control en la Domus Sanctae Marthae y
en la Capilla Sixtina, y estricta vigilancia tecnológica para asegurar que el
aislamiento sea real y efectivo.

3.
Orígenes históricos del cónclave.
3.1. De
elecciones tumultuosas a Ubi periculum (Gregorio X, 1274).
La
elección del Papa no siempre estuvo regulada de manera sistemática. Durante los
primeros siglos de la Iglesia, los obispos de Roma eran elegidos por el clero y
el pueblo de la Urbe, en un clima de participación abierta pero, en ocasiones,
también de fuerte conflictividad. Con el tiempo, esta elección se fue
restringiendo progresivamente al clero romano, y más tarde, a los cardenales.
En la
Edad Media, la falta de regulación clara provocó interregnos prolongados y
situaciones caóticas. El caso más dramático fue el de la muerte de Clemente IV
en 1268, tras la cual el trono pontificio permaneció vacante casi tres años.
Los cardenales reunidos en Viterbo no lograban consenso, presionados por
intereses políticos contrapuestos. La población local, exasperada, llegó a
encerrar a los cardenales bajo llave, racionar su alimentación e incluso
retirar el techo del palacio para forzarlos a una decisión.
Este
episodio llevó al Papa Gregorio X a promulgar la constitución Ubi periculum en
el Segundo Concilio de Lyon (1274), que establecía reglas estrictas para la
elección papal:
-
Clausura obligatoria de los electores en un recinto cerrado (cum clave,
"con llave"), origen etimológico de la palabra cónclave.
-
Restricción de las comunicaciones exteriores.
-
Reducción progresiva de los alimentos si la elección se demoraba.
-
Necesidad de mayoría cualificada para la validez de la elección.
Este
texto sentó las bases del procedimiento que, con adaptaciones, ha llegado hasta
hoy.
3.2.
Evolución hasta la actualidad.
Aunque
Ubi periculum fue suspendida y restaurada varias veces a lo largo de los
siglos, su espíritu prevaleció. Los Papas posteriores, conscientes de la
necesidad de preservar la libertad y rapidez de elección, perfeccionaron las
normas:
- Pío
XII, en 1945, introdujo medidas de mayor privacidad y seguridad en el Vaticano
tras la experiencia de las dos guerras mundiales.
- Pablo
VI, en Romano Pontifici Eligendo (1975), estableció el límite de ochenta años
para los cardenales electores, buscando un colegio más ágil y dinámico.
- Juan
Pablo II, en Universi Dominici Gregis (1996), consolidó las normas actuales,
haciendo énfasis en la clausura efectiva y en la necesidad de mayoría
cualificada.
La
historia del cónclave, así, refleja un equilibrio constante entre la tradición,
la adaptación a las circunstancias históricas y la búsqueda de proteger el acto
sagrado de la elección papal. No es una mera formalidad, sino una estructura
jurídica puesta al servicio de la libertad espiritual de los electores.
4. La
preparación del cónclave.
4.1.
Congregaciones generales y particulares.
Una vez
celebradas las exequias del Papa y abiertas las Congregaciones generales, los
cardenales electores —aquellos menores de ochenta años— se reúnen diariamente
para tratar los asuntos urgentes y preparar el cónclave. Estas Congregaciones,
presididas por el cardenal decano o quien le sustituya, tienen funciones
esenciales:
- Decidir
la fecha exacta de inicio del cónclave, dentro de un plazo de entre 15 y 20
días después de la muerte del Pontífice (Universi Dominici Gregis, n. 37).
-
Organizar los aspectos logísticos: residencia de los cardenales, clausura de la
Capilla Sixtina, medidas de seguridad.
-
Realizar actos de reflexión espiritual y oración comunitaria para discernir la
elección.
A la vez,
el Camarlengo Kevin Farrell y su equipo celebran Congregaciones particulares
con tres cardenales asistentes cuyos nombre son sorteados cada tres días, para
la gestión ordinaria de los asuntos temporales.
4.2.
Alojamiento en la Domus Sanctae Marthae.
Desde el
cónclave de 2005, los cardenales electores no duermen ya en pequeñas celdas
improvisadas alrededor de la Capilla Sixtina, sino que residen en la Domus
Sanctae Marthae, una casa de huéspedes moderna situada dentro del Vaticano y en
la que ha vivido el Papa Francisco durante todo su pontificado.
Esta
residencia ofrece:
- Habitaciones individuales con baño privado.
-
Espacios comunes de oración y reflexión.
- Medidas
estrictas de aislamiento: los cardenales no pueden recibir visitas, usar
teléfonos ni acceder a medios de comunicación.
El
traslado a la Domus tiene un sentido práctico —garantizar la salud y dignidad
de los electores— pero también simbólico: prepararlos en recogimiento y
austeridad al gran acto que deberán realizar.
4.3. La
Capilla Sixtina: espacio físico y simbólico.
El
cónclave se desarrolla de manera habitual desde 1878 en la Capilla Sixtina, uno
de los lugares más emblemáticos de la cristiandad. No es una elección casual:
su decoración recuerda a los electores el juicio de Dios y la grandeza de la
misión que van a asumir.
- El
fresco del Juicio Final de Miguel Ángel, presidido por Cristo como juez,
advierte a los cardenales de la gravedad espiritual de su elección.
- Las
escenas del Pentateuco en la bóveda evocan el inicio de una nueva etapa para la
Iglesia y su carácter peregrino.
- La
clausura estricta del espacio (extra omnes) señala el carácter sagrado y
reservado del acto que va a tener lugar.
- Antes
de iniciar el cónclave, la Capilla es inspeccionada cuidadosamente para impedir
cualquier tipo de espionaje o intrusión tecnológica, asegurando el secreto
absoluto.
En
conjunto, la preparación logística y espiritual apunta a crear un clima de
oración, libertad interior y conciencia histórica, sin el cual el acto de
elección papal perdería su auténtico sentido.

5. El
desarrollo del cónclave.
5.1.
Entrada en procesión y juramento público.
El primer
acto solemne del cónclave es la entrada en procesión de los cardenales
electores en la Capilla Sixtina, cantando el himno Veni Creator Spiritus,
invocando la asistencia del Espíritu Santo. Una vez
dentro, antes del cierre de la Capilla, todos los cardenales prestan el
juramento solemne, transmitido públicamente por radio, televisión e internet
desde el anterior cónclave.
Este
juramento se desarrolla en dos partes:
-
Juramento colectivo, pronunciado en voz alta por el cardenal decano (o el de
mayor antigüedad):
Nos omnes
et singuli, Cardinales electores, promittimus, vovemus et iuramus inviolatum
servare secretum de omnibus quae respiciunt electionem Summi Pontificis, necnon
quae fiunt intra Sacrum Conclave, sive directe sive indirecte ad exitum
electionis pertinentes, cum omnibus et singulis personis extraneis ad ipsum
Conclave. (Todos y cada uno de nosotros, cardenales electores, prometemos,
hacemos voto y juramos guardar inviolablemente el secreto sobre todo lo que
atañe a la elección del Sumo Pontífice y sobre todo lo que sucede dentro del
Sagrado Cónclave, tanto directa como indirectamente relacionado con el
resultado de la elección.)
-
Juramento individual, realizado por cada cardenal acercándose al altar, tocando
los Evangelios abiertos, con la fórmula:
Et ego N.
Cardinalis N. promitto, voveo et iuro, sicuti me Deus adiuvet et haec sancta
Evangelia, quae manu mea tango, me electurum esse eum, quem secundum Deum
iudicavero eligi debere. (Y yo, N., cardenal N., prometo, hago voto y juro, así
me ayude Dios y estos santos Evangelios que toco con mi mano, que elegiré a
aquel que, según Dios, juzgare debe ser elegido.)
El
juramento compromete cada conciencia individual ante Dios y la Iglesia.
En este
cónclave el cardenal decano Giovanni Battista Re no será elector por tener 91
años, ni tampoco lo será el cardenal vicedecano Leonardo Sandri, que tiene 81,
por lo que el cónclave será presidido por Pietro Parolìn que es el cardenal
obispo de mayor rango y antigüedad. El cardenal Re presidirá el miércoles la
misa Pro eligendo Pontifice y guiará los aspectos espirituales y
procedimentales del proceso.
5.2.
Clausura del cónclave (Extra omnes!).
Concluidos
los juramentos, el Maestro de Ceremonias Monseñor Diego Ravelli pronunciará el
solemne:
Extra
omnes! (¡Fuera todos!).
La
Capilla Sixtina queda completamente cerrada, las puertas se aseguran, y se
interrumpen todas las transmisiones externas. Desde este momento, los
cardenales permanecen en estricto aislamiento, comenzando el cónclave
propiamente dicho.
5.3.
Rondas de votaciones: escrutinio, urna, recuento.
El
procedimiento de elección se desarrolla en rondas diarias:
- Cada
cardenal recibe una papeleta con la inscripción Eligo in Summum Pontificem
(Elijo como Sumo Pontífice).
- Los
electores escriben en ella el nombre de su candidato de manera discreta.
- La
papeleta se dobla y se deposita en la urna, mientras se pronuncia la fórmula
solemne en latín:
Testor
Christum Dominum, qui me iudicaturus est, me eligere quem secundum Deum iudico
eligi debere. (Testifico ante Cristo Señor, que me juzgará, que elijo a aquel
que, según Dios, juzgo debe ser elegido.)
Una vez
depositados todos los votos:
- Tres
cardenales escrutadores los recuentan y anotan cuidadosamente los nombres.
- Para
que la elección sea válida, se requiere una mayoría de dos tercios de los votos
emitidos (cf. Universi Dominici Gregis, n. 62).
- Si el
número de papeletas no coincide con el número de electores, se anula el
escrutinio.
- Cada
día pueden celebrarse hasta cuatro votaciones (dos por la mañana y dos por la
tarde).
5.4.
Modalidades de elección: mayoría cualificada.
Según las
normas reformadas por Benedicto XVI (Normas Nonnullas, 2013), siempre se exige
la mayoría de dos tercios, incluso después de múltiples rondas infructuosas. No
está permitido reducir la exigencia de votos bajo ninguna circunstancia.
Esta
disposición protege la unidad y seriedad de la elección, evitando divisiones
peligrosas dentro de la Iglesia.
5.5. La
estufa y la fumata.
Uno de
los signos externos más emblemáticos del cónclave es la fumata que sale de la
chimenea de la Capilla Sixtina, visible para los fieles reunidos en la Plaza de
San Pedro y para el mundo entero.
Para
ello, dentro de la Capilla se instala una estufa especial (fornello), conectada
a una chimenea exterior, donde se queman las papeletas de votación después de
cada escrutinio.
El
sistema es doble:
- Una
primera estufa tradicional, donde se queman los votos.
- Una
segunda estufa electrónica, añadida en 2005, que permite añadir productos
químicos no contaminantes para colorear el humo de manera más visible y rápida.
Según el
resultado de la votación:
- Si no
se ha alcanzado la elección del Papa, se añade un compuesto para generar una
fumata negra (fumata nera), indicando que aún no hay consenso.
- Si se
ha alcanzado la elección válida, se añade un compuesto diferente que genera una
fumata blanca (fumata bianca), anunciando que un nuevo Papa ha sido elegido.
El
significado visual de la fumata es profundamente simbólico: representa la voz
del Espíritu Santo manifestada a través de los cardenales.
Su
anuncio desencadena el júbilo de los fieles, que aguardan impacientes el
posterior anuncio del Habemus Papam!
Desde
2005 se utilizan cartuchos químicos que garantizan colores más claros y
visibles, evitando las confusiones que en el pasado hicieron que algunas
fumatas fueran difíciles de interpretar (como ocurrió, por ejemplo, en 1958).
La fumata suele
producirse después de cada ronda matutina y vespertina, pero tras una elección
válida, puede adelantarse sin esperar el horario habitual.
6.
Proclamación del nuevo Papa.
6.1.
Consentimiento del elegido.
Una vez
alcanzada la mayoría de dos tercios de los votos, el decano del Colegio de
Cardenales (o el cardenal de mayor antigüedad) se acerca al elegido y le
formula solemnemente la siguiente pregunta: Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum
Pontificem? (¿Aceptas
tu elección canónica como Sumo Pontífice?). La
elección no produce efecto sin el consentimiento del elegido.
Si el
elegido acepta, inmediatamente se convierte en legítimo Sucesor de Pedro,
obispo de Roma y cabeza visible de la Iglesia universal, independientemente del
momento posterior de la proclamación pública.
6.2.
Elección del nombre papal.
A
continuación, se pregunta al nuevo Papa: Quo nomine vis vocari? (¿Con qué
nombre quieres ser llamado?).
La
elección del nombre pontificio tiene gran importancia simbólica.
Tradicionalmente, los Papas han elegido nombres de sus predecesores, de santos
venerados, o que expresan el programa espiritual de su pontificado. Este
nombre será usado en todos los documentos oficiales y proclamaciones.
El
Maestro de Celebraciones Litúrgicas registra formalmente el consentimiento y el
nombre elegido en acta.
6.3.
Investidura inicial y cambio de hábito.
El nuevo
Papa se retira entonces a una sala anexa a la Capilla Sixtina, conocida como la
Sala de las Lágrimas, donde se viste por primera vez con la sotana blanca
pontificia.
Allí
encontrará varias sotanas de distintas tallas preparadas de antemano, junto con
el nuevo roquete y el manto rojo de coro. El Papa Francisco decidió no utilizar
en su primera aparición los dos últimos.
El
momento recibe su nombre tradicional por la fuerte carga emocional que muchos
electos experimentan al asumir la inmensa responsabilidad que les ha sido
confiada.
Tras
vestirse, el nuevo Papa regresa brevemente a la Capilla Sixtina para recibir la
obediencia de los cardenales.

6.4. El
anuncio del Habemus Papam!
Poco
después, el cardenal protodiácono —el cardenal diácono de mayor antigüedad— se
dirige al balcón central de la Basílica de San Pedro para proclamar al mundo
entero la elección. El cargo lo ocupa actualmente el cardenal Dominique
Mamberti.
El
anuncio sigue la fórmula tradicional: Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam! Eminentissimum ac
Reverendissimum Dominum, Dominum [Nombre de Bautismo] Sanctae Romanae Ecclesiae
Cardinalem [Apellido], qui sibi nomen imposuit [Nombre papal]. (Os anuncio una
gran alegría: ¡Tenemos Papa! El eminentísimo y reverendísimo Señor, Don [nombre
de bautismo], cardenal de la Santa Iglesia Romana [apellido], que se ha
impuesto el nombre de [nombre elegido]).
Tras el
anuncio, suena el himno nacional vaticano y las campanas de San Pedro repican
jubilosas.
6.5.
Primer saludo Urbi et Orbi.
Finalmente,
el nuevo Papa aparece en el balcón de la loggia central de San Pedro.
Antes de
impartir la bendición apostólica Urbi et Orbi (a la ciudad [de Roma] y al
mundo), y desde Juan Pablo II se suele dirigir unas primeras palabras
espontáneas a los fieles congregados y al mundo entero.
Este
saludo, sencillo pero cargado de emoción, es el primer acto público de su
pontificado y marca el inicio de su ministerio como Sucesor de Pedro.
7.
Contexto y retos del presente cónclave.
7.1.
Enfoque y contexto del Papa Francisco.
Aunque
Francisco no ha modificado el procedimiento electoral establecido, su reforma
de la Curia mediante la constitución apostólica Praedicate Evangelium (2022) ha
tenido consecuencias indirectas sobre el contexto del cónclave:
-Mayor
diversidad en el Colegio Cardenalicio: sus nombramientos han incrementado
notablemente el número de cardenales procedentes de iglesias locales
"periféricas", reflejando una Iglesia menos eurocéntrica y más
universal.
-Nueva
sensibilidad eclesial: la insistencia en la sinodalidad, la escucha y la
apertura a nuevos desafíos culturales y sociales influye en la mentalidad de
los electores.
Expectativas
de continuidad y renovación: el próximo cónclave, bajo la herencia espiritual
de Francisco, tendrá que discernir entre consolidar el camino reformista
emprendido o reequilibrar acentos tradicionales.
Además,
Francisco ha insistido repetidamente en la importancia de que los cardenales
elijan "sin cálculos humanos", "guiados solo por el Espíritu
Santo", en una atmósfera de verdadera oración, no de campañas, pactos ni
estrategias humanas.
7.2.
Retos actuales.
Entre los
desafíos concretos que enfrenta un cónclave hoy podemos señalar:
- La
presión mediática y las expectativas públicas, que dificultan la necesaria
serenidad del discernimiento.
- La
tentación de bloques ideológicos o geográficos dentro del Colegio Cardenalicio.
- La
necesidad de elegir un Pastor Universal que pueda continuar la misión de la
Iglesia en un mundo culturalmente fragmentado y en rápida transformación.
En este
contexto, el rito antiguo del cónclave sigue mostrándose como un marco
providencial: a través del silencio, del secreto y de la oración, la Iglesia
confía una vez más su futuro a la acción del Espíritu.
8. Conclusión.
El
cónclave no es simplemente un proceso electoral: es un acto de fe, de
responsabilidad histórica y de obediencia eclesial.
En un
mundo que tiende a ver la elección del Papa bajo una óptica política o
mediática, el cónclave permanece como una de las acciones más contraculturales
de la Iglesia: un encuentro de hombres de Iglesia que, aislados del mundo,
buscan discernir en oración y bajo la guía del Espíritu Santo quién debe
conducir la barca de Pedro.
Desde sus
orígenes tumultuosos en el Medievo hasta su configuración jurídica actual, el
cónclave ha evolucionado para garantizar tres valores fundamentales:
- La
libertad de los electores,
- La
transparencia del acto,
- Y la
continuidad apostólica.
Las
recientes reformas, las nuevas realidades eclesiales y los cambios culturales
del mundo moderno no alteran lo esencial: elegir un Papa sigue siendo un acto
de profunda trascendencia espiritual, que sobrepasa a quienes participan en él.
La
Iglesia entera, en cada cónclave, renueva su esperanza y su fidelidad,
confiando en la promesa de Cristo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré
mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará (Mt 16,18).
El nuevo
Pontífice será, una vez más, piedra viva de esa edificación que no conoce
ocaso.
Francisco
Acedo Fernández.
Bibliografía.
-Codex
Iuris Canonici (CIC), ed. Typis Polyglottis Vaticanis, 1983.
-Juan
Pablo II, Universi Dominici Gregis, constitución apostólica sobre la elección
del Romano Pontífice, 22 de febrero de 1996.
-Benedicto
XVI, De aliquibus mutationibus in normis de electione Romani Pontificis, Motu
Proprio, 11 de junio de 2007.
-Benedicto
XVI, Normas Nonnullas, Motu Proprio sobre algunas modificaciones de las normas
relativas a la elección del Romano Pontífice, 22 de febrero de 2013.
-Francisco,
Praedicate Evangelium, constitución apostólica sobre la Curia Romana y su
servicio a la Iglesia y al mundo, 19 de marzo de 2022.
-Congregación
para el Culto Divino, Ordo Rituum Conclavis, ritual del cónclave, 1996.
-Levillain,
Philippe (ed.), Dictionnaire historique de la papauté, Paris: Fayard, 1994.
-Pastor,
Ludwig von, Historia de los Papas desde el fin de la Edad Media, varios
volúmenes, Madrid: BAC, 1953–1962.
-Melloni,
Alberto, Il conclave, Bolonia: Il Mulino, 2001.
-De
Mattei, Roberto, I Papi e il Conclave, Roma: Lindau, 2019.
Publicado por La Mesa de los Notables.