martes, 21 de octubre de 2025

LO QUE UN BLASÓN NO ES CAPAZ DE CONTAR. DEL SÍMBOLO AL RELATO.

 USOS, CAMBIOS Y PERVIVENCIA DE UN ESCUDO FAMILIAR.

Alejandro Riestra Martínez.

No estoy seguro de si fue en la enciclopedia de los García-Carraffa (1) o en alguno de los muchos libros que sobre estos temas cayeron en mis manos durante la infancia, pero recuerdo vivamente el impacto que me causó la descripción de un escudo atribuido a Riestra:

“De azur, un castillo de oro, saliendo de su homenaje un brazo armado de plata, y a cada lado una caldera de oro.”

Con el tiempo supe que el primer marqués tomó aquellas armas antiguas y las adaptó según su propio criterio. Las colocó en el primer cuartel de su escudo, modificando el campo y los metales de las piezas. Ignoro si estos cambios respondieron a una decisión simbólica, a la intención de diferenciar su rama del linaje principal o, simplemente, a una transformación sugerida por alguien que “creía entender del asunto”. No obstante, este tipo de alteraciones - muchas veces fruto del desconocimiento - en escudos adoptados por títulos recientes no era infrecuente en aquella época.

1) Armas de José Riestra López 1er.Marqués de Riestra. 2) Imagen de una hebilla (detalle pintura familiar)

Por el contrario, yo crecí con un emblema más que con un escudo: el que mi tatarabuelo mandó grabar a principios del siglo XX en guarnicionerías, hebillas y broches de su silla de montar. Lo llamo emblema porque no es escutiforme, sino un conjunto compuesto por cuatro cruces que rodean un lirio - una flor de lis - con sus tres pétalos separados y curvados.
Igualmente atesoro en mi memoria la imagen de una tabla carcomida y maltratada por el tiempo, donde apenas se distinguían dos campos de un escudo. Uno, de sable profundo, cargado con cinco cruces de plata, ya incompletas y difuminadas por la penumbra y el abandono que otorga el paso del tiempo. El otro, de plata, mostraba lo que parecía la figura de un grifón de sable, enarbolando un estandarte cargado con un creciente.

A comienzos del siglo XX, posiblemente a instancias del primer marqués, mi familia se trasladó a Hinojos para trabajar al servicio de los propietarios del Palacio del Lomo del Grullo - antiguo Cazadero Real de Doñana -, que entonces pertenecía a doña María Isabel Francisca de Orleans, hija de los duques de Montpensier, y a su esposo, don Felipe de Orleans, conde de París.

1)Escudo de Villamanrique de la Condesa. 2) Escudo de la Hermandad del Rocío de Villamanrique.

“Palacio”, como lo llamaba mi bisabuela, era casi un pequeño pueblo en sí mismo: en él vivían durante todo el año sirvientes, capataces y administradores, y según relatan las crónicas, llegó incluso a contar con un puesto de la Guardia Civil.

Tal vez por esa vinculación con la casa de los Condes de París y con el entorno de Villamanrique - así como por la devoción familiar hacia su hermandad -, mi tatarabuelo primero, y más tarde mi bisabuelo, mandaron grabar cuatro de las cinco cruces de los ángeles del blasón de la Cariestra en Vega, rodeando una flor de lis (presumiblemente de oro), símbolo heráldico de sus nuevos afectos.

 

Blasón de Riestra.


En la actualidad estas armas completas han sido pintadas - y en algunos casos publicadas - en diversos libros y armoriales, por artistas y heraldistas tan reputados como Ignacio Koblischeck Zaragoza, Fray Rafael Nieto, Juan Fernández Molina, Manuel Pardo de Vera y Díaz, Fernando Martínez Larrañaga, Nikolai López Pomar o don José Martín Fernández, empleando distintas técnicas. Se ha dejado constancia de su pervivencia en archivos diversos, como los del Cronista de Castilla y León, la Academia Asturiana, El Águila de Georgia, el Archivo Municipal de Soria (Armorial de la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria), el Armorial de don Ignacio Koblisckeck y, más recientemente, por la Casa Médici di Toscana.

(1)"Enciclopedia heráldica y genealógica hispano-americana"  de don Arturo y don Alberto García-Carraffa.

Publicado por La Mesa de los Notables.