Como entrada del día
de hoy, extraemos el texto del artículo
publicado el pasado día 17 en La
Nueva España, en memoria del consejero
del Real Cuerpo de la Nobleza asturiana don Rogelio Díaz-Agero", por doña
María José Iglesias.
Fallece Rogelio
Díaz-Agero, consejero del Real Cuerpo de la Nobleza de Asturias.
María José Iglesias.
El ovetense salvó la
vida de niño, cuando, en plena guerra, pudo huir de Oviedo en una furgoneta de
reparto de La Nueva España.
Rogelio Díaz-Agero
Solís, caballero del Cuerpo de la Nobleza de Asturias y miembro de su consejo
de nobles, falleció este lunes en Oviedo, a los 90 años, dejando una gran
tristeza en su familia y en quienes le conocieron. Todos coinciden en resaltar
su carácter afable y su exquisito saber estar, siempre dispuesto a ayudar en
todo lo necesario.
Así lo aseguraba
ayer el canciller de la corporación nobiliaria asturiana, Manuel Ruiz de
Bucesta, desolado ante la noticia, al igual que Alfredo Leonard, Ángel Bueres y
Manuel Rodríguez de Maribona. «Era una buenísima persona, perdemos a un gran
baluarte; deja un vacío difícil de llenar», indicaron.
Díaz-Agero era, ante
todo, amante de su familia, y especialmente de su esposa Mary Cruz García
Álvarez, y sus hijos: Cristina, Javier, Belén y Marta, de quienes se sentía especialmente
orgulloso. Sus nietos eran otra de sus pasiones. También tenía cuatro hermanos:
Juana María, Agustín, Julia y María José Díaz-Agero Solís.
Lector fiel.
Por encima de todo,
Rogelio Díaz-Agero se sentía español y orgulloso de su estirpe asturiana.
Oviedo era para él la mejor ciudad del mundo y LA NUEVA ESPAÑA su periódico de
cabecera desde niño. Así lo relataba a este diario con motivo de un artículo
publicado por el 75º aniversario del periódico.
«LA NUEVA ESPAÑA
siempre ha estado presente en casa y hasta me salvó la vida», decía entonces. Y
es que en plena Guerra Civil y cuando más arreciaban los bombardeos sobre
Oviedo, siendo un niño de corta edad, logró salir de la ciudad junto a su
familia en una furgoneta de reparto del periódico que iba con destino a
Vegadeo.
Díaz-Agero vivía muy
cerca de la redacción central del periódico, ubicada en la calle Leopoldo
Calvo-Sotelo. En estas instalaciones se imprimió también el periódico hasta
1990 y él se acostumbró tanto al ruido de la antigua rotativa que, tal como
contaba, con él se dormía muchas noches. «Cuando se trasladó (la rotativa) al
polígono de Silvota casi echo de menos aquel arrullo del papel volando por las
entrañas de la máquina, imprimiéndose. Mi periódico de toda la vida es LA NUEVA
ESPAÑA», señalaba entonces. El funeral de cuerpo presente se celebrará hoy (en
referencia al día 17 de enero actual) en la iglesia parroquial de san Francisco
de Asis. A continuación los restos mortales de Rogelio Díaz-Agero recibirán
cristiana sepultura en el cementerio de El Salvador.
La Nueva España 17
de enero de 2024.
Publicado por La Mesa de los Notables.