sábado, 14 de septiembre de 2024

APERTURA DEL CURSO ACADÉMICO 2024/2025 DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS BANCES Y VALDÉS.


El pasado 9 de septiembre tuvo lugar, en los salones del Centro Riojano de Madrid, el solemne acto de Apertura del Curso Académico 2024-2025 y toma de posesión de plaza de los nuevos Académicos del Instituto de Estudios Históricos Bances y Valdés.
El acto académico estuvo presidido, en nombre de su director, don Manuel Ruiz de Bucesta, por el académico y delegado en Madrid, don Alfredo Leonard y Lamuño de Cuetos, quien dio la bienvenida a los asistentes.

El académico don Víctor Martínez  Patón, que hizo las funciones de secretario, procedió a la lectura del acta de ingreso de los nuevos Académicos, a quienes se les hizo entrega de su correspondiente cédula, procediendo éstos a pronunciar sus discursos de ingreso, finalizando el acto con un vino español  que se ofreció en los salones del Centro Riojano.
Fueron recibidos como Académico de Número don Guillermo Whpei, y como Correspondiente don Philipp Bagus.

Como colofón,  se celebró una cena en honor de los nuevos Académicos en el Real Casino de Madrid con gran afluencia de personalidades del mundo de la cultura, la diplomacia, la política, etc.


Discurso de Inicio del Curso Académico de don Manuel Ruiz de Bucesta y Álvarez, director del Instituto de Estudios Históricos Bances y Valdés.

Excelentísimos e ilustrísimos señores:

Con el más profundo pesar tengo que iniciar estas palabras excusando mi ausencia en tan señalada ocasión, pero razones de salud así me lo exigen. No obstante, quisiera pensar que esta distancia no mengua en absoluto el fervor y animación con el que siempre he querido abrazar la noble causa del saber, la educación y la cultura. Y en este albor de un nuevo curso académico, no quiero por menos que reconocer la inestimable valía de todos y cada uno de nuestros académicos cuyo bagaje, no solo viene a enriquecer los muros de esta institución, sino que también, todos ellos, siguen forjando el futuro de nuestra empresa y pregonan, a través de su esfuerzo, las excelencias de su conocimiento. Ahora bien, debo reconocer que esta satisfacción no oculta en absoluto la presencia de miles de “pensadores libertinos de café y salón” que destierran con osadía el conocimiento verdaderamente adquirido por personas tan instruidas como las que hoy ocupan este hermoso salón; porque es inevitable ver cómo, día a día, y principalmente en los últimos años, se multiplica, de manera permanente, una actividad febril que agita y conquista a profanos a través de las redes sociales, entonando todos esos, himnos con propaganda injuriosa dirigida especialmente a los ejercitados investigadores. 

Este Instituto pretende ser el faro que aglutine la poderosa nave del conocimiento sin que exista impedimento u obstáculo para articular sus reflexiones. En nuestra casa, de nuevo la eterna Asturias, que luce con orgullo su viejo lema “Asturias nunca vencida”; estaremos presentes para defender sin cortapisas el esfuerzo y dedicación de cada uno de sus miembros, porque aquí no cabe lo políticamente correcto, ¡en esta su casa, solamente cabe la verdad! Esta travesía en defensa del estudio de la historia, de la física, la economía, el derecho, las matemáticas, la filosofía y la cultura en general, es algo que ya emprendió esta institución hace más de dos siglos, por lo que no quisiera que ustedes, señores Académicos, perciban esto como un mensaje más; entiéndanlo, por el contrario, como el comienzo extraordinario de un viaje que en realidad trascenderá nuestras vidas. 

Cada descubrimiento, cada lección impartida, cada duda despejada, es una pieza más en el edificio de nuestra civilización, por eso nuestra vieja entidad siempre estará presente para servirles de contrafuerte. También quisiera expresarles mucho más, pero me encuentro en este instante en la difícil tesitura de tener que emitir mis pensamientos ante todos ustedes. Un grupo de personas que están en la cima de la cultura, varones eminentes –que dirían-, trascendentales profesores que gozan de los más amplios conocimientos del saber. Así pues, comprenderán que dirigir un discurso ante esta ocurrencia de circunstancia, resulta cuanto menos difícil, principalmente, por la cortedad de mis talentos y por saberme -en este instante- frente a oradores elocuentísimos que podrían hacerme vagar por cuestiones inútiles en la rigurosa solemnidad de este acto. Empero, expresaré que la naturaleza de nuestra Institución ha sido principalmente forjarnos en el conocimiento, buscada desde la instrucción y la enseñanza. Conocimiento y verdad, porque todos buscamos -de algún modo-, el entendimiento, la lógica e incluso la justicia y la dialéctica. Escribía hace muchos años un viejo catedrático que “donde se duda de la verdad, de todo se duda, y nada hay cierto…”, y añadía, “donde se equivoca la verdad, se tuerce el juicio”. 

Abramos pues, las páginas de la comprensión y la sensatez, instruyendo a jóvenes e intentando curar la confusión de su ignorancia como cultivadores del vasto jardín intelectual, sin olvidarnos por supuesto de aquella célebre frase de Viera que decía: En el orbe literario, un pueblo civilizado sin Universidad es como un pueblo religioso sin templo. Es la cultura, en su más amplia expresión, un legado que dejaremos a las generaciones venideras como singular testimonio de nuestra época y representando la voz de nuestra historia y la promesa de nuestro porvenir. Por todo ello quisiera invitarles a alzar la vista hacia el horizonte, sabiendo con certeza que cada esfuerzo aquí invertido es un paso hacia la cumbre del entendimiento. Albergo la esperanza de que el curso que ahora emprendemos no solo iguale, sino que supere la magnitud de nuestros más audaces sueños, buscando permanentemente esa incansable excelencia e inquebrantable deseo de superación personal, como sólidos pilares que sostengan y ennoblezcan nuestro año académico. Así lo deseo y así lo expreso ante ustedes. Permítanme también, antes de cerrar esta breve alocución, que haga una breve reflexión: La educación es, posiblemente, el arma más poderosa que podemos usar para cambiar el mundo; es la más noble de las empresas y, quizás también, la aventura más grandiosa a la que un ser humano puede aspirar. Y estos son, Excelentísimos e Ilustrísimos Académicos y amigos, respetable concurso, algunos de los sentimientos que puedo mostrar de este dos veces centenario Instituto, que hoy deseo poner bajo vuestra dirección y cuidado. Ruego también, les reitero, que sepan disculpar mi ausencia, y mientras aprovecho para dejarles un atento saludo.

Publicado por La Mesa de los Notables.