Nos parece muy acertado,
tal día como hoy, publicar un artículo de don
Fernando D. Rossi Delgado, presidente de la Sociedad de Estudios
Genealógicos y Heráldicos de Canarias, publicado por primera vez en el Diario
de Avisos el 6 de enero de 2016 y dos días después, con un contenido bastante
más completo, en el blog que mantiene en internet la Sociedad de Estudios
Genealógicos y Heráldicos de Canarias
(https://segeheca.blogspot.com/).
LOS REYES MAGOS Y SU
PERVIVENCIA EN LA HERÁLDICA.
Fernando D. Rossi
Delgado.
Todos, en mayor o menor
medida, estamos acostumbrados a ver armas heráldicas adornando edificios
antiguos o lápidas en iglesias y cementerios; a identificar a los distintos
bandos que luchan entre sí en las películas ambientadas en el medievo o la más
recientes en los orientales mundos del Japón o la china antigua,
distinguiéndolos por los colores y figuras de sus escudos.
La Biblia menciona la
presencia de estos personajes en el Evangelio de San Mateo que, en su capítulo
2, versículos 1 al 12, nos relata su aparición; el encuentro con Herodes, que
los conminó a regresar tras haberlo visitado para darle cuentas del hecho;
referenciando también la adoración que los Magos le hacen al niño Dios, al que
le entregan oro, incienso y mirra.
Ciertamente, en los
Evangelios no se habla de reyes, sino de magos. Teniendo en cuenta que fueron
escritos en hebreo, es posible que una traducción posterior al griego fuera la
responsable de la aparición de este término que, en principio, haría alusión a
un sacerdote que emplea la magia, práctica ésta que desde temprano fue
rechazada por los cristianos por ser una actividad poco religiosa, razón por la
cual se acabó encontrando otra denominación más acorde. En el S.V el Papa San
León el Magnífico les “concedió” la condición de monarcas del Oriente que
existieron en la época de Jesús, estableciendo en tres su número: tres fueron
también las ofrendas. Dos siglos más tardes en la obra Excerptiones Patrum,
supuesta obra de Beda el Venerable, se describe por primera vez:
“El primero de
los Magos fue Melchor, un anciano de larga cabellera cana y luenga barba... fue
él quien ofreció el oro, símbolo de la realeza divina. El segundo, llamado
Gaspar, joven, imberbe de tez blanca y rosada, honró a Jesús ofreciéndole
incienso, símbolo de la divinidad. El tercero, llamado Baltasar, de tez morena,
testimonió ofreciéndole mirra, que significaba que el hijo del hombre debía
morir”.
Sin duda, muchos somos
capaces de identificar el escudo del Rey de España o el de Isabel II del Reino
Unido de la Gran Bretaña y de Irlanda del Norte y damos por supuesto que todo
rey, en general todo noble o aristócrata, posee un escudo de armas. Si eso es
una certeza, ¿los reyes de Oriente, siendo Majestades, son una excepción?. En
realidad no, puesto que numerosos armoriales nos muestran sus supuestas armas
que, en cualquier caso, dado que la ciencia heráldica tiene su origen el S.
XII, tenemos que acotarlas en el grupo de las ficticias, ya que nunca fueron
lucidas por personaje alguno; son un conjunto de armas atribuidas, existentes
sólo en la imaginación de quien las ideó y que han llegado hasta nosotros con
pequeñas variaciones.
Una de las primeras
referencias heráldicas a los reyes Magos de Oriente las encontramos en el
blasonado que figura en el folio 28, vuelto del Armorial de Gelre, impreso en
el S.XIV, en el que se representan, empleando la forma del escudo francés
antiguo a los escudos heráldicos éstos; Gelre las blasona de la siguiente
forma:
Gaspar va de azur, una
media luna vuelta de oro, adiestrada una estrella de seis puntas de lo mismo.
Al timbre, cimera con corona de oro sumada de cabeza de barbudo.
Melchor va de azur, seis
estrellas de seis puntas de oro, ordenadas tres, dos y una. Al timbre, cimera
con corona de oro sumada de una estrella de ocho estrellas del mismo metal.
Baltasar va de oro, un
moro vestido de gules, sosteniendo un pendón. Al timbre, cimera con corona de
oro sumada de cabeza de moro.
En el S. XV aparece otra
atribución heráldica a los Reyes Magos realizada entre 1466-1470, al que
conocemos por el nombre de Haggenberg armorial. Ésta es una obra a la que,
según sus estudiosos, se le añadieron escudos hasta aproximadamente 1522, por
lo que no podemos datarla de forma concreta. De ellos dice que Gaspar era
natural de Arabia o de Tharsia o de Etiopía y que murió en Armenia el 11 de
enero del año 54 d.C., a la edad de 109 años, que viajó junto a Balthasar y
Melchior, tres magos y astrólogos, a Belén a adorar a Jesús recién nacido.
Aunque de Melchor no dice nada, de Balthazar también nos refiere su muerte el
mismo año que Gaspar, en el 54 d.C. a la edad de 112 años. Lo que sí dice en el
pequeño párrafo es que los tres fueron bautizados en el año 40 d.C. por Santo
Tomás en la India.
Las armas representadas
son prácticamente iguales a las anteriores, con pequeñas modificaciones, lo que
en realidad hace pensar que están basadas en sus antecesoras; la novedad más
llamativa la encontramos en los estandartes que aparecen acolados a los
escudos, aunque llama la atención la mezcla o, mejor, el intercambio de metales
y esmaltes que se produce entre las armas de Baltasar y Melchior y sus respectivos
estandartes; mientras el campo del escudo de Baltasar aparece de oro, su
estandarte es de gules y siendo el campo del escudo de Melchor de gules, su
estandarte es representado de oro. En el caso de Melchor ésta es también una
diferencia con la anterior atribución, por cuanto el campo de sus armas aparece
de azur.
Gaspar va de azur y
lleva una media luna vuelta de oro, adiestrada de una estrella de seis puntas
del mismo metal cargada de otra estrella de gules. Al timbre corona real.
Estandarte de azur cargado de una media luna de oro con rostro de plata.
Melchor va gules y
lleva siete estrellas de seis puntas de
oro, ordenadas en barra, dos, tres y dos. Al timbre corona real. Estandarte de
oro cargado de tres estrellas de seis puntas de gules.
Baltasar va de oro y
lleva un moro desnudo linguado de gules, sosteniendo un pendón de gules en la
diestra y en la siniestra un escudo también de gules. Al timbre corona real.
Estandarte de gules cargado de una estrella de diez y seis puntas de oro con rostro.
Entre los siglos XIV y
XVI parece que fue muy fructífera la imaginación de los compiladores de armas,
incluidas las atribuidas a personajes preheráldicos, pues en 1555 en la ciudad
de Núremberg aparece otra versión de las armas de los sabios que adoraron al
niño Jesús en Belén. Los escudos representados no responden a ninguna forma de
las identificables, sino que el autor se dejó llevar por la imaginación; las
propias coronas que timbran los escudos también presentan claras diferencias
entre ellas, sin duda intentando referenciar los supuestos países de origen.
No podemos aclarar de
qué metal o esmalte son los campos; en cualquier caso a Melchor le asigna no
seis, ni siete, sino nueve estrellas de seis puntas, que presumimos de oro; a
Gaspar, de nuevo la media luna, pero sin volver y con la estrella de seis
puntas siniestrada. En cuanto a Baltasar, de nuevo el moro desnudo de sable,
sosteniendo con la diestra un estandarte de gules y con la siniestra un escudo
del mismo color, en la frente un banda de gules. Si nos lleváramos por el orden
de los nombres que figuran en la imagen, deberíamos afirmar que Solís le asignó
a Gaspar el de Melchior, a Balthasar el de Gaspar y Melchor llevaría las armas
de Baltasar.
También en el S. XVI,
encontramos otra versión de las armas que cada autor representó como bien
entendió. Hablamos de la obra Wappenbuch, en la que se representan escudos no
sólo alemanes sino de otras tierras de Europa.
Ahora, el autor asigna a
Gaspar un escudo de azur siete estrellas de seis puntas ordenadas, tres, tres y
una. Al timbre cimera coronada, asomada un ala de azur cargada de siete
estrellas de oro de seis puntas.
A Melchor le asigna las
armas que otros autores decían ser de Gaspar: en campo de gules, media luna
vuelta de oro, adiestrada una estrella de oro de seis puntas. Al timbre cimera
coronada, asomada un ala de gules cargada con los mismos elementos que figuran
en el escudo.
Baltasar conserva el
escudo, sin embargo, en campo de gules lleva un moro desnudo al natura, que
sostiene en la diestra un estandarte que ahora no es de gules, sino de sable, y
en la siniestra un escudo que, igualmente, aparece de sable. En el timbre,
cimera coronada, asomada figura de moro desnudo al natural, sosteniendo en la
diestra estandarte de sable.
Nuevamente encontramos
las armas de estas mágicas majestades, en este caso en el armorial de Sir David
Lindsay of the Mount, conocido también como rey de armas. Las de Melchor traen
en campo de azur seis estrellas de seis puntas de oro, colocadas tres en jefe,
una en cada flanco y la sexta en punta. Las de Gaspar, también en campo de azur
un creciente adiestrado, adiestrada una estrella de oro de seis puntas. En el
caso de Baltasar nos encontramos un escudo en el que, en campo de oro, un moro
al natural, aterrazado, vestido de sinople y gules, cargando un banderín de
iguales colores. Todos los escudos vienen acompañado por un lema en el que se
refleja su calidad de reyes y el territorio de origen: Melchor de Arabia,
Gaspar de Persia y Baltasar de Saba.
Mencionaremos, para
terminar esta relación de armoriales, el llamado Nobiliario más Copioso, en
este caso del español Diego Hernández de Mendoza y en el que figuran numerosos
escudos iluminados y, como no podía ser menos, el de las Majestades que nos
ocupan. De nuevo se cambia la asignación entre Gaspar y Melchor, llegando a
invertir el sentido de la media luna, en el escudo indicado como del segundo.
Podríamos hacer mucho
más larga esta relación de escudos asignados a la Magos de Oriente, pero sólo
concluiríamos que en la mayoría repiten los mismos diseños, aunque,
probablemente, porque muchos se limitan a repetir lo que recuerdan haber visto,
suelen caer en el trocado de armas o en la asignación a uno las del otro,
llegando a modificar el número de unidades de un mueble determinado. Pero la
vida va más allá de la leyenda.
En la obra Historia
Trium Regum, atribuida al monje del S.XIV Juan de Hildesheinn[15], se nos dice
que muchos años después de la Adoración volvió a aparecer una estrella sobre
las ciudades en las que habitaban, antes de Navidad, para indicarles que sus
vidas llegaban al fin, “…luego de un consentimiento que construyeron, en la
Colina de VAWS, una tumba justo y grande, y allí a los tres Reyes Magos ...
murieron y fueron enterrados en la misma tumba de su gente con dolor.".
Esta colina o monte fue
donde se les apareció la estrella que les anunció el nacimiento de Jesús y
donde acordaron encontrarse todos los años. Probablemente el mismo sitio en el
que, según la leyenda, reproducida también en este último armorial, les
encontró Santa Elena [Helena], que fuera madre del emperador del Imperio Romano
Constantino I, que recorrió la antigua Persia en busca de los restos de los
Reyes Magos y que, igualmente, fue la localizadora de los restos de la cruz en
la que fue crucificado Jesús. Desde ese lugar, el emperador del Sacro Imperio
Romano Germánico Federico Barbarroja los trasladó hasta Milán, donde fueron
depositados en un relicario que entregó al Arzobispo de Colonia Reinaldo de
Dasselen en 1164 y, desde entonces, se encuentran en esta ciudad, donde son
veneradas sobre y tras el altar mayor de la Catedral de Colonia.
La presencia de este
venerado relicario, más allá de que los restos que contiene sean o no
carbónicamente coincidentes en el tiempo con el que debiera corresponder a
quienes vivieron hace más de dos mil años, es uno de los factores que ha
facilitado la incorporación de esta simbología al ámbito gentilicio y su
reflejo en el blasonado de sus escudos heráldicos.
La propia ciudad de Köln
(Colonia), tiene como Patrones a los Reyes Magos y como Patrona a Santa Úrsula,
ambos están representados en sus armas heráldicas; los primeros por la
presencia de tres coronas de oro y las segunda por once llamas que simbolizan a
las once mil vírgenes que fueron, según la leyenda, junto a la santa. Por lo
tanto Colonia posee un escudo de clara resonancia religiosa que se puede
blasonar como sigue: de plata, once llamas de sable, ordenadas cinco, cuatro,
dos. En jefe de gules, tres coronas de oro.
Esta antigua vinculación
de Colonia con la leyenda de los Reyes Magos la encontramos también en el Livro
do Armeiro-Mor de Portugal, que datado en 1509 lleva en su página 49 las armas
de los llamados reyes de Colonia, precisamente un escudo que en campo de azur
trae tres cabezas colocadas en bandas, coronadas de oro.
En Francia, en general
en territorios bajo la influencia de los Habsburgo, también encontramos
ejemplos de esta influencia en la heráldica municipal. Así hallamos las armas
del municipio del Alto Rín que, probablemente por la influencia del culto a los
Reyes Magos a lo largo del valle del Rin, traen en campo de gules una banda de
oro acompañada de seis coronas del mismo tres en jefe y tres en pico
invertidas.
Lo mismo ocurre con el
blasón de la abadía de Lieu-Croissant, lugar en el que se detuvo la comitiva
que trasladaba, por orden del emperador Federico “Barbaroja” las “reliquias” de
los reyes magos desde Milán hasta la catedral de Colonia. En este caso, en
campo de azur tres coronas de oro ordenadas en faja, superadas por una estrella
de plata de ocho puntas en jefe.
En territorio español
también hay algún ejemplo de pervivencia de la simbología que nos entretiene,
concretamente en el reino de Valencia, el antiguo monasterio de San Miguel de
los Reyes, hoy biblioteca valenciana, contiene varias referencias a los Reyes
Magos; una de ellas, en forma de escudo, bajo el altar mayor, en el que
aparecen representadas tres cálices que nos recuerdan las ofrendas realizadas
ante el Niño Jesús: el oro, la mirra y el incienso. La presencia de estas
referencias de la tradición cristiana la podemos encontrar en que sus
fundadores, los duques de Calabria, Fernando de Aragón y Germana de Foix, se
decían descendientes del rey Baltasar.
Según un informe de la
Real Academia de Historia fechado el 25 de noviembre de 1982, el municipio de
Cañada, de la provincia de Alicante, propone, como reconocimiento de la
tradición centenaria de la representación del Auto Sacramental “La venida y
adoración de los Santos Reyes Magos al Niño Jesús”, una armería local que
incluía en su primer cuartel, de oro, una banda de azur cargada de tres
cabezas, de los Reyes Magos, aunque no parece que sea el que en la actualidad
representa a esta institución.
Pero la relación entre
los magos de Oriente y la heráldica no se limita al territorio europeo. Los
procesos colonizadores tras el descubrimiento de América y la traslación de la
cultura de origen, hace que también encontremos la influencia mágica en estos
territorios. Así con la Ville de LÈpiphanie, municipio del Canadá francés, en
Quebec, encontramos una doble referencia a estos personajes, no sólo porque
vuelven a estar presentes las tres coronas, sino que vienen acompañadas de la
estrella que los guió hasta Belén. Sin duda se trata de un blasón que quiere transmitirnos
mucha información, de ahí su condición de cuartelado con escusón, los tenantes
y el lema: Escudo cuartelado. Primero en campo de gules una rueda de molino de
plata, evocando a los molinos de San Sulpicio. Segundo de sinople, sobre ondas
de plata un pez al natural. Tercero de sinople, dos líneas de oro en vertical,
cruzadas en horizontal con otras dos de igual metal, en recuerdo de la
introducción del ferrocarril. Cuarto en campo de gules una rueda de paleta en
sus colores, en evocación de su vacación industrial. En el sobre todo, escusón
de azur cargado de tres coronas de oro, dos en jefe y la tercera en punta, al
corazón estrella de plata de cinco puntas. Las coronas en recuerdo de los Reyes
magos y la estrella es la de Belén. Todo ello sostenido por dos ángeles que
evocan la anunciación, sobre el lema Vidimus Stellam (Vimos la estrella).
Tampoco deja de
sorprendernos la relación de estas mágicas Majestades con la armas heráldicas
de la ciudad de Lima, en Perú, en el continente americano. Esta relación viene
de la mano de su fundador, el conquistador Francisco Pizarro González, que
quiso hacer coincidir la fundación de Lima con el día de la Epifanía del Señor
y, aunque lo cierto es que la fecha oficial es la del 18 de enero de 1535, con
el nombre de Ciudad de los Reyes, ésta voluntad se vería reflejada en los
elementos que componen el escudo de esta ciudad.
Signada por Juana I de
Castilla y su hijo Carlos V, se dicta en Valladolid el 7 de diciembre de 1535
Real Cédula por la que se le otorga escudo de armas a la Ciudad de Lima o de
los Reyes:
“Un escudo en campo
azul, con tres coronas de oro de reyes, puestas en triángulo, y, encima de
ellas, una estrella de oro, al cual cada una de las tres puntas de la dicha
estrella toque a las tres coronas, y por orla unas letras de oro que digan:
"Hoc signum vere regum est", en campo colorado, y por timbre y divisa
dos águilas negras de corona de oro de reyes, que se miran la una a la otra, y
abrazen una Y y una K, que son las primeras letras de nuestros nombres propios,
y encima de estas dichas letras una estrella de oro, según aquí van figuradas y
pintadas”.
En el escudo se hace
referencia tanto a los reyes que concedieron el escudo, con las iniciales Y – K
(Iuana – Karlos), como a los de Oriente con las tres coronas del escudo. En
cualquier caso, no quedan muchas dudas respecto a cuál fue la verdadera
inspiración del escudo, que vine reforzada por el lema que carga la bordura
que, traducido del latín dice: “Este es el verdadero signo de los reyes”.
Para darle una mayor
vinculación con los reyes de España o, si se quiere, como elemento de lealtad a
la Corona, se le acolaron dos columnas rematadas en coronas cerradas, trocando
las dos águilas por la conocida águila bicéfala que acompaña las armas de
emperador Carlos V.
Sin irnos de Perú,
observamos que la Real y Pontificia Universidad Mayor de San Marcos, en la
ciudad de Lima, reproduce en su escudo parte de las armas de la ciudad, aunque,
lejos de ser de reciente composición, ya aparece en su texto constitucional
allá por el año de 1581, que lo describe como “…un escudo metido en una tarja,
partido por medio de arriba abajo, que en lo bajo haga un cornejal, al modo del
de las armas reales, en que está la granada, en el cual esté una lima, y al
lado derecho, en la mitad del escudo, estará San Maros Evangelista, patrón de
esta Universidad, y el león junto a él, y en la otra mitad de la mano izquierda
del escudo, estará la Mar en lo bajo, y que de ella nazcan la dos columnas, con
el Plus Ultra, que son las divisas de este nuevo Mundo, y encima de ellas las
tres coronas, y estrella de los Reyes Magos…”
Continuamos, por un
momento, en el continente suramericano, para detenernos en un singular caso de
heráldica local que tiene a Argentina como escenario. Muchos de sus barrios
poseen sus propios emblemas, algunos con verdadera intensión heráldica; siendo
el de San Telmo[ uno de los más significativos, sobre todo porque algunos de
sus muebles que enlazan con el tema que nos entretiene.
Nos encontramos con un
escudo, creado por el que fuera su párroco D, Manuel Juan Sanguinetti que
podría tener la siguiente descripción:
“Cortado, Primero de
azur, la iglesia de Nuestra Señora de Belén de plata, a la diestra tres coronas
de oro mal ordenadas, a la diestra, de oro, la estrella de Belén. Segundo, de
plata, en ondas de azur y plata un bergantín de sable, en punta un áncora de
sable, puesto en barra”.
Las tres coronas, de
nuevo, vienen a simbolizar a los sabios Melchor, Gaspar y Baltazar y la
estrella, no es otra sino la que los llevó hasta Belén, cuyo nombre lleva la
iglesia de este barrio bonaerense.
Dentro de la Iglesia de
Nuestra Señora de los Reyes Magos y de Belén, de nuevo, los ya conocidos y
tradicionales elementos que representan a estos personajes en la heráldica
universal, las tres coronas y la estrella o cometa, los encontramos adornando
su púlpito.
Si Melchor, Gaspar y
Baltasar han pervivido en la heráldica municipal, es lógico pensar que también
lo hayan hecho en la eclesiástica. Comencemos por la diócesis católica de Sioux
City (Iowa), en los EE.UU. que tiene como símbolo distintivo un escudo de
oro con tres cruces treboladas de gules rodeadas de uróbolos también de gules.
En jefe de gules tres coronas de oro, al timbre mitra obispal en sus colores.
Asociado a esta diócesis,
aunque no siempre suele ocurrir cuando se asume la dirección de un territorio
eclesiástico, monseñor Reverendo R. Walker Nickless sumó a las suyas las de
esta diócesis, resultando un escudo partido que lleva sus armas en la partición
de la derecha y las de la diócesis a la izquierda.
De la misma forma la
heráldica personal o gentilicia también refleja la importancia de estos
personajes, incluso como elemento justificativo de la nobleza y antigüedad de
una familia.
Así, en Granada,
concretamente en el Generalife de la Alhambra, en lo que conocen como pilar de
las cornetas, encontramos una rama de los Mendoza que incluye una clara
referencia a los Reyes Magos en sus armas. Se trata del Mendoza conde de
Tendillas y marqués de Mondéjar, que fue concedida en recuerdo del éxito de la
misión de paz entre el Papa Inocencio VIII y Fernando I, rey de Nápoles. Se
trata de un escudo “aspado, banda roja con perfiles de oro en campo verde, en
los dos campos y en los otros dos el AVE MARÍA, con letras de oro, en campo
rojo. Bordeando el escudo las puntas de una estrella y saliendo de los dos
cantones de la punta, los extremos de una cinta, con la divisa BUENA, en el
centro diestro, y GVIA, en el siniestro. La estrella en recuerdo de la que guió
a los Reyes Magos…”.
Hernández Miñano,
describe las armas heráldicas de la familia De Cuenca como un escudo cuartelado
en el tercero de los cuales figura un brazo que sostiene un cáliz de oro, sobre
el que aparece una estrella de ocho puntas de plata y por debajo tres alfanjes
similares. Con anterioridad, en Antigüedad y Blasones de la ciudad de Lorca, se
nos describe este mismo cuartel, de los cuatro de que consta el escudo de los
De Cuenca, como, “…de oro, un brazo arremangado, y es el izquierdo teniendo
bajo del nudo una Custodia, y debajo del pie tres alfanjes;…”. Ambos autores
vinculan el origen de estos elementos que cargan el escudo, a la conquista de
la ciudad de Cuenca en 1177, hasta la que fue guiado el rey Alfonso IX por una
estrella, de lo que se podría colegir que la conquista resultó del deseo
divino.
En Francia encontramos a
la familia de los Des Baux, una de las familias más importantes de la baja
Provenza hasta la toma por el Conde de Barcelona que, sin que exista,
lógicamente, documentación que sustente tal afirmación, se tienen por
descendientes de uno de los Reyes Magos, concretamente de Baltasar; en palabras
del poeta francés Frédéric Mistral en su obra Calendal:
Selon leur dire et leur
croyance, ils comptaient
Parmi leurs aïeux le
mage Balthazar, duquel
Un descendant était venu
d’Ethiopie planter
Bourdon sur les Alpilles
et semer dans leurs
flancs pierreux les
herbes aromatiques
et le sang ardent.
Los Des Baux llevan un
una estrella de plata de diez y seis puntas en campo de gules. La rama que se
une con los Orange cuartelará su escudo, situando en los cuarteles segundo y
tercero, de oro, un cuerno de caza atado de gules. Las armas de esta familia
son las que porta la Villa Les Baux-de-Provence.
Recientemente, con fecha
15 de octubre de 2014, la autoridad heráldica de Canadá ha procedido al
registro de las armas heráldicas del Sr. Jacques Pierre Périgny que en campo de
plata lleva una venera de gules cargada de una estrella de siete puntas y en
jefe de gules un corazón de plata, flanqueado de dos hojas de robles del mismo
metal. En la justificación de los elementos que componen este escudo afirma que
la estrella simboliza la epifanía y a los reyes magos, lo que no deja destacar
la actualidad y pervivencia de estos elementos de la tradición cultural
cristiana.
Estamos seguros que la
heráldica europea contiene más ejemplos de la influencia de la leyenda de los
Reyes Magos; unos querrán representar el paso o la cercanía de los tres por sus
tierras, otros la propia y deseada o interesada descendencia genealógica. En
cualquier caso, superadas los antiguos armoriales de los siglos del XV al XVI,
estos mágicos personajes serán representados en la inmensidad de los casos por
sus doradas coronas o, si no al mismo tiempo, por la estrella, devenida en
plateada, que los llevó hasta Betlehem.
Fernando D. Rossi Delgado.
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En el artículo original:https://segeheca.blogspot.com/2016/01/los-reyes-magos-y-su-pervivencia-en-la.html se puede apreciar una distinta colocación de las imágenes, así como las
leyendas aclaratorias y bibliográficas.
Publicado por La Mesa de
los Notables.