En una entrada muy
reciente, publicamos en este blog la magnífica interpretación que el artista
Carlos Navarro hacía de las armas de
Claes Zangenberg. Hoy hemos podido contemplar el exlibris que Marco
Foppoli le ha diseñado, y no nos podemos resistir a
compartirlo en esta publicación.
La composición es puro dinamismo. El exlibris nos revela la carrera profesional como abogado del propietario, del cual sabemos además que es autor de varios libros que versan sobre asuntos y temas legales.
La composición es puro dinamismo. El exlibris nos revela la carrera profesional como abogado del propietario, del cual sabemos además que es autor de varios libros que versan sobre asuntos y temas legales.
Del yelmo, y a modo de
cimera, sobresale del burelete un brazo sujetando unas tenazas,
"zangen" en alemán. Figura parlante que interpretamos como una alusión al apellido "Zangenberg". A la izquierda de la composición, el artista, coloca una representación de la
justicia como una doncella adormilada sujetando una balanza con su mano derecha
y esperando, con su mano izquierda, recibir la espada de manos del herrero para despertar al mundo. La justicia sin sendas herramientas no puede impartirse, carecería de firmeza.
En este caso, el autor,
ha preferido representar esta alegoría sin la venda en los ojos tal como se
hacía en la época clásica.
En la parte inferior izquierda, y justamente debajo del blasón, podemos observar la figura de un hombre tosco, con apariencia arcaica, posiblemente nórdica (haciendo nuevamente un guiño a los antecedentes familiares del propietario del blasón), ofreciendo con sus tenazas una espada recién forjada a la dama dormida, que al tacto caliente del arma despertará con presteza. Con ella, la justicia posee ya todas sus herramientas y podrá abrir sus ojos al mundo de manera implacable.
En la parte inferior izquierda, y justamente debajo del blasón, podemos observar la figura de un hombre tosco, con apariencia arcaica, posiblemente nórdica (haciendo nuevamente un guiño a los antecedentes familiares del propietario del blasón), ofreciendo con sus tenazas una espada recién forjada a la dama dormida, que al tacto caliente del arma despertará con presteza. Con ella, la justicia posee ya todas sus herramientas y podrá abrir sus ojos al mundo de manera implacable.
El herrero, quizá el
mítico Weland, se encuentra desnudo y luce una poblada y descuidada cabellera y
barba que le endurece el rostro. Weland, el herrero de los dioses, forjador de espadas.
La mayor alabanza para una espada sería llamarla obra de Weland. La Justicia,
valedora y garante del bien y la verdad, no podría nunca llevar un arma que se hubiese concebido en otra forja.
Para saber más sobre el
autor y su obra:
Publicado por La Mesa de
los Notables.