A raíz de nuestra reciente publicación
sobre la aceptación de S.A.R. Davit de Georgia como Protector de la Nobleza de
Asturias -entrada que, por su elevada cantidad de lecturas, se ha convertido en
una de las más visitadas de nuestro sitio- hemos recibido numerosas
comunicaciones en nuestra cuenta de correo solicitando ampliar la información acerca del
Príncipe, su situación actual, su historia y su linaje.
Dado lo amplio de las cuestiones
planteadas, hemos decidido dedicar esta nueva entrada a ofrecer una primera
aproximación, con pinceladas esenciales sobre la trayectoria y la
genealogía de la Casa Bagration-Mukhrani, una de las más antiguas de Europa como ya saben nuestros lectores.
DE BAGRAT III A DAVIT.
La historia de Georgia es una sucesión
de reinos caucásicos resistiendo entre montañas, fronteras y potencias que
siempre los codiciaron. Durante siglos, en medio de ese tablero complejo, la
dinastía Bagrationi sostuvo la continuidad del Estado georgiano. Su presencia se
destacó como un elemento organizador, unificador y, a lo largo del tiempo, un
símbolo de estabilidad para una nación sometida a presiones externas
constantes.
Todo comienza con Bagrat III, quien
a finales del siglo X logró lo que pocos consideraban posible: unificar los
reinos dispersos del Cáucaso occidental bajo una sola corona. Desde él se
proyecta una sucesión directa de soberanos que consolidaron un Estado que
resistió invasiones, asedios, migraciones y desafíos internos. Su hijo, George
I, y su nieto, Bagrat IV, gobernaron en tiempos inciertos, cuando el reino
debía afirmarse frente a Bizancio.
Les siguieron George II y, sobre todo,
David IV “el Constructor”, figura decisiva que fortaleció el reino, reorganizó
su ejército y dio a Georgia una época de esplendor político y cultural. A David
IV le sucedió Demetre I, y luego George III cuyo reinado preparó la llegada de
una de las figuras más veneradas de la historia georgiana: la reina Tamar. Con
ella, el país alcanzó su edad de oro, una etapa de expansión, estabilidad
institucional y proyección internacional.
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| Reina Tamar. |
Su hijo, George IV Lasha, y su hermana y
sucesora, Rusudan, mantuvieron la continuidad de la línea, incluso mientras el
avance mogol transformaba el mapa político de la región. De Rusudan procede
David VII Ulu, y de su descendencia emerge George V “el Brillante”, llamado así
por restaurar la unidad y devolver al reino parte del vigor perdido. La estirpe
continúa con Constantine I, Alexander I y George VIII, considerado el último
rey plenamente unificado antes de que la invasión turcomana y las presiones exteriores
fragmentaran el Estado en varios reinos hermanos. De George VIII nace
Constantine II, y de él Bagrat, quien funda la rama que desempeñaría un papel
crucial en los siglos posteriores: la Casa Bagrationi-Mukhrani. Esta línea
preservó la legitimidad dinástica incluso cuando los reyes cambiaban, los
territorios se reorganizaban y las potencias regionales imponían condiciones.
Cuando el Imperio Ruso absorbió Georgia
a inicios del siglo XIX, la monarquía desapareció políticamente, pero
la legitimidad histórica de la familia no. Los Bagrationi se integraron en la
estructura imperial sin renunciar a su identidad. Sirvieron como militares,
diplomáticos y funcionarios, contribuyendo a la política y a las armas del Zar,
pero manteniendo siempre el recuerdo de su origen y la conciencia de su papel
tradicional en la estructura del Estado Georgiano.
Alexander Bagrationi-Mukhrani, sirvió en la guerra ruso-turca (1877–1878), integrándose
plenamente en el aparato militar zarista. Sin embargo, cuando el Imperio ruso
se derrumbó y el poder bolchevique se expandió, Alexander regresó a Georgia
para defenderla. Fue capturado y fusilado en 1918.
Su hijo, el príncipe George, continuó
esta línea de resistencia. Tras la invasión soviética de 1921, se internó en
las montañas del Cáucaso para dirigir una guerrilla que luchó durante casi una
década. Nunca fue capturado y su figura quedó asociada de manera permanente a
la resistencia georgiana durante el periodo más oscuro de la ocupación.
En el exilio, Irakli Bagrationi mantuvo
viva la reivindicación política del derecho de Georgia a ser un Estado
independiente. Su actividad no fue meramente nostálgica: articuló movimientos
políticos y redes internacionales que contribuyeron a preservar la idea de una
Georgia soberana en tiempos en que la ocupación soviética parecía permanente.
La independencia de 1991, resultado de
un largo proceso de resistencia civil y política, marcó un punto de inflexión.
Ese mismo año, el gobierno y el parlamento del país reconocieron a
Giorgi Bagrationi-Mukhrani como Jefe de la Casa Real de Georgia, un gesto que,
sin restaurar la monarquía, afirmaba la legitimidad histórica de la dinastía y
su lugar en la identidad nacional.
A su muerte en 2008, su hijo Davit
Bagrationi-Mukhranbatoni heredó esa posición. Su figura adquiere relevancia por varios
motivos: representa la continuidad histórica de
una institución que existió durante más de mil años y es refrendado como Jefe de la Casa Real,
lo que lo convierte en referente simbólico en un país donde la identidad
nacional está profundamente ligada a la continuidad histórica, siendo visto como
un referente de continuidad cultural en un país que ha sufrido repetidas
rupturas políticas.
A este reconocimiento civil se suma el apoyo de una institución central en la identidad georgiana: la Iglesia Ortodoxa Georgiana. En numerosas ocasiones, la Iglesia ha expresado abiertamente su deseo de una reinstauración monárquica, considerándola una vía de estabilidad nacional. Incluso en la arena política reciente, el tema ha sido objeto de debate: el gobierno presentó al Parlamento una votación interna para estudiar la restauración de la monarquía, que no prosperó por un estrecho margen -apenas dos votos- , mostrando que la cuestión sigue viva en el imaginario político.
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| Emblema de la principal orden dinástica de la Casa Bagrationi: Orden del Águila de Gaorgia y la Túnica Sin Costuras de Nuestros Señor Jesucristo. |
Davit en la actualidad no tiene un papel definido en el organigrama estatal de Georgia, pero su importancia no es menor: en
sociedades con una historia como la de estos territorios, la figura de un
heredero dinástico funciona como referente de unidad, especialmente en momentos
de tensión interna o de presión externa. Su presencia recuerda que la identidad
del país no depende únicamente de gobiernos temporales ni de equilibrios
geopolíticos, sino de una tradición estatal mucho más antigua, la figura de
S.A.R. Davit Bagrationi-Mukhranbatoni se ha consolidado como un punto de
referencia: un representante de la continuidad histórica del país, un
depositario de su tradición estatal y un símbolo con capacidad de integrar tradición y presente sin caer en idealizaciones.
Para saber más: https://www.royalhouseofgeorgia.ge/
Publicado por La Mesa de los Notables.


