viernes, 14 de noviembre de 2025

PANEGÍRICO A DON FRANCISCO DE BORBÓN DEL CANCILLER-SECRETARIO DE LA NOBLEZA DE ASTURIAS.

 

El noble ejercicio de la memoria en ocasiones se convierte en palabra, pero cuando esa se transforma en tributo y la pluma en testimonio, es ese el instante en que alguien se está entregando de cuerpo y espíritu, por completo, a otro.
Durante los actos del Capítulo General del Real Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias, su canciller-secretario, Don Manuel Ruiz de Bucesta y Álvarez, pronunció unas palabras de recuerdo y reconocimiento y las ofreció a los hijos de quien fue durante más de una década su Consejero Magistral, don Francisco de Borbón, duque de Sevilla, -Olivia y Francisco-, como también a sus yernos, nietos y amigos. El panegírico no fue fruto de una improvisación, lo fue por el contrario como reconocimiento y deber moral a un amigo. Al contemplar la vida del Duque de Sevilla, supo el Secretario reconocer en él la huella de las virtudes que ennoblecen más allá de cualquier título o dignidad.

La historia se escribe generalmente con tinta fría, pero en esta ocasión cobró todo el calor humano al recordar a quien supo unir la grandeza de la sangre con la nobleza del espíritu. En tiempos en que nuestra sociedad se debate entre el olvido y las prisas, conviene rescatar las enseñanzas de aquellos que vivieron con rectitud, generosidad y una verdadera amistad. Este homenaje, en realidad, no se dirigió únicamente a la figura del Duque de Sevilla, quiso hacerse también a sus hijos, nietos, familiares y a quienes compartieron con él la vida, porque es indudable que en ellos permanece viva la herencia de sus valores.
El Real Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias, por medio de este blog, desea que estas palabras sirvan como pórtico solemne y afectuoso reconocimiento, pero también para que el lector comprenda que lo que sigue no es un discurso más, sino una forma de evocar un ejemplo y un comportamiento que dignifica a la nobleza y a toda la sociedad.

Archivo del blog (en el Boodle´s Club de Londres, donde acudió una delegación de la Nobleza Asturiana encabezada por don Francisco de Borbón, acompañado de don Manuel Ruiz de Bucesta, don Manuel Rodríguez de Maribona, don Alfredo Leonard y el contralmirante Federico Price MBE, para recibir como Caballero Gran Cruz al Duque de Westminster).


PANEGÍRICO A DON FRANCISCO DE BORBÓN.

Excelentísimo Señor Duque de Maqueda y Marqués de Astorga, excelentísimos señores embajadores, autoridades civiles y militares, honorables invitados, distinguidos y queridos amigos.
Vaya en primer lugar, en nombre del Consejo de Nobles y de todos sus miembros, nuestra más sincera felicitación a los nuevos caballeros y damas que hoy se incorporan a nuestro elenco. También, por supuesto, nuestro agradecimiento a las autoridades, Corporaciones nobiliarias que nos honran con su presencia, a los ilustres premiados, invitados, familiares y amigos. Que cada uno de ustedes nos acompañe en este Capítulo General, constituye para nosotros el más alto galardón.
Y hoy, hoy me permitirán pronunciar unas breves palabras, que no pretenden sino ser un humilde panegírico en honor de quien fue, durante la última década, nuestro Consejero Magistral; Su Excelencia don Francisco de Borbón, duque de Sevilla, q.D.g., ¡nuestro amigo!

Poco puedo decir que no sepan quienes le conocieron. Fue una persona brillante en todos los órdenes de la vida, de sólida educación y notable generosidad. El día de su partida me pidieron que escribiese sobre él, y lo describí como el auténtico noble español: ilustre de sangre, sí, pero aún más de espíritu.
Don Francisco desempeñó con singular brillantez el Cargo de Consejero Magistral de nuestro Real Cuerpo de la Nobleza, y con delicadeza a todos los miembros. Hoy puedo repetir lo que entonces afirmé: que gozaba de dos grandezas, una por su título de duque de Sevilla, y otra -más grande aún-  por la nobleza de su corazón.

Siempre consideré esta última como su mayor y más grande atributo, un sello distintivo con el que vivió en sociedad, desterrando de su conducta todo abuso, la injusticia, el desprecio y la iniquidad. Esos valores los dejó bien impresos en sus hijos, quienes han recibido una educación sobresaliente.
Personalmente me llevo de él un recuerdo imborrable, pero también la más grande dignidad que puede recibir una persona de sus semejantes, que es… llamarme amigo. Porque la amistad, señores, es un gesto generoso, un reconocimiento de tan alto valor, que en la pirámide de las virtudes ocupa, sin duda, uno de los primeros puestos.
A su hijo, don Francisco de Borbón, que hoy nos acompañas, darte las gracias. Quisiera que el brindis que hoy se haga también sirva como homenaje y reconocimiento a tu padre.

Manuel Ruiz de Bucesta y Álvarez, 
Secretario-Canciller.

Publicado por La Mesa de los Notables.