El
jurista e historiador zaragozano don Fernando García-Mercadal ha sido
distinguido con el Premio Nacional de Investigación “Francisco Martínez
Marina”, en su V edición, por su ensayo Los símbolos políticos, el ceremonial y
las distinciones oficiales del Reino de España publicado a finales del año
pasado. El Jurado ha querido reconocer “la excelencia y calidad científica en
el ámbito de la historia institucional”.
Como
me figuro ya conocen nuestros habituales, García-Mercadal es general del Cuerpo
Jurídico Militar, doctor en Derecho y en Ciencias Políticas y actualmente
dirige la Academia Central de la Defensa, en Madrid.
Recorte de prensa (Heraldo.- Lunes 14 de diciembre de 2020). |
La
monografía premiada considera que las motivaciones económicas y utilitaristas
no constituyen el verdadero motor de la vida social, pues existen otras formas
de configuración del mundo que pertenecen al ámbito prerracional e imaginativo,
por lo que las personas se relacionan frecuentemente con su entorno mediante
intercambios de carácter simbólico. Solo teniendo en cuenta que las emociones
condicionan fuertemente nuestra subjetividad individual, se comprende mejor la
importancia que adquieren en las sociedades contemporáneas los ritos del poder
y los símbolos políticos.
Mercadal
se muestra concluyente a la hora de abordar la comprensión y alcance de los
símbolos institucionales desde un modo implicativo, integrándolos en una
hermenéutica interdisciplinar con aportaciones diversas procedentes de la
Filosofía, la Antropología, la Semiótica, el Derecho, y las Ciencias Políticas
y de la Comunicación, mediante un método que interprete la realidad en clave
cultural, próxima a la llamada Historia de las mentalidades, es decir a la
historia de los gustos y sensibilidades, individuales y colectivos, de la moral
y la psicología social.
Los
primeros capítulos del libro están dedicados a examinar la estrecha relación de
los procesos de construcción de las identidades nacionales y los símbolos
políticos, al tratamiento de estos por parte de la ciencia jurídica extranjera,
con especial referencia a la vasta producción ensayística de los alemanes
Rudolf Smend (1882-1975) y Peter Häberle (1934), y a los símbolos políticos en
el ordenamiento jurídico español y la no muy extensa nómina de juristas patrios
que se han interesado por las connotaciones sentimentales y emotivas que
subyacen en muchas de nuestras instituciones políticas.
El
resto de la obra premiada está referida a los símbolos políticos del Reino de
España, entendiendo como tales no únicamente los tres convencionales, —Bandera,
Escudo e Himno—, sino también el Rey (símbolo de la unidad y permanencia del
Estado, según nuestra Constitución) y otros de menor intensidad semiótica pero
por ello no menos importantes: las fiestas oficiales, las monedas y los sellos
postales, determinados edificios y espacios públicos que atesoran algunas
funciones memorialísticas, como el Panteón de Hombres Ilustres, las
precedencias protocolarias y tratamientos de cortesía, así como el variado y
poco sistemático conjunto de distinciones que se conceden en nuestro país: títulos
de nobleza, órdenes y condecoraciones civiles y militares, Premios Nacionales
de Cultura, etc.
Sobre
la Corona nos dice García-Mercadal que “Los ciudadanos, atrapados por el poder
omnipresente de la Administración y desorientados en el laberinto de los
innumerables estamentos institucionales, necesitan poner voz y rostro al
Estado; y para ello nada mejor que la certeza y seguridad que ofrece el Rey,
una autoridad que se percibe cercana y afable, alejada de la contienda
electoral y, a la vez, factor de continuidad y de una explicación familiarista
de la vida política”.
Nos
recuerda también que la Bandera, el Escudo, el Himno y la Fiesta Nacional de
España traen su origen en disposiciones legales bastante antiguas, que datan de
1785, 1868, 1871 y 1918, respectivamente, con antecedentes sobre su utilización
de facto más remotos aún, muy anteriores, en cualquier caso, a la dictadura
franquista.
García-Mercadal
sostiene que la Corona y los emblemas políticos despliegan una función
estabilizadora y conservadora de las instituciones y de la realidad social,
ofreciendo a los ciudadanos una sensación consoladora de protección, armonía y
continuidad. Defiende, asimismo, el benéfico influjo civilizador que los
premios y condecoraciones oficiales pueden ejercer en una sociedad si están
sabiamente administrados.
El
libro es muy poco complaciente con el tratamiento que los sucesivos gobiernos
de la Moncloa han dado a los símbolos políticos nacionales desde hace décadas y
se lamenta de la ruptura del consenso que se fraguó sobre ellos en la
Transición. Su autor pone como ejemplo la tramitación en las cámaras de la Ley
33/1981, de 5 de octubre, del Escudo de España, “un ejemplo de cordura
parlamentaria, que hoy no sería posible”.
García-Mercadal
es crítico con la situación creada, pero desde la lealtad a las instituciones.
Por eso también dedica una “Recapitulación Final” a realizar un diagnóstico de
las causas de la “anorexia simbólica” que sufre nuestro país y a aportar
soluciones constructivas para tratar de revertir la débil socialización que en
la actualidad presentan los principales símbolos políticos españoles.
Publicado
por La Mesa de los Notables.