viernes, 18 de diciembre de 2020

EL GENERAL GARCÍA-MERCADAL, PREMIO DE INVESTIGACIÓN “MARTÍNEZ MARINA”.

 

El jurista e historiador zaragozano don Fernando García-Mercadal ha sido distinguido con el Premio Nacional de Investigación “Francisco Martínez Marina”, en su V edición, por su ensayo Los símbolos políticos, el ceremonial y las distinciones oficiales del Reino de España publicado a finales del año pasado. El Jurado ha querido reconocer “la excelencia y calidad científica en el ámbito de la historia institucional”.
Como me figuro ya conocen nuestros habituales, García-Mercadal es general del Cuerpo Jurídico Militar, doctor en Derecho y en Ciencias Políticas y actualmente dirige la Academia Central de la Defensa, en Madrid.

Recorte de prensa (Heraldo.- Lunes 14 de diciembre de 2020).

La monografía premiada considera que las motivaciones económicas y utilitaristas no constituyen el verdadero motor de la vida social, pues existen otras formas de configuración del mundo que pertenecen al ámbito prerracional e imaginativo, por lo que las personas se relacionan frecuentemente con su entorno mediante intercambios de carácter simbólico. Solo teniendo en cuenta que las emociones condicionan fuertemente nuestra subjetividad individual, se comprende mejor la importancia que adquieren en las sociedades contemporáneas los ritos del poder y los símbolos políticos.
Mercadal se muestra concluyente a la hora de abordar la comprensión y alcance de los símbolos institucionales desde un modo implicativo, integrándolos en una hermenéutica interdisciplinar con aportaciones diversas procedentes de la Filosofía, la Antropología, la Semiótica, el Derecho, y las Ciencias Políticas y de la Comunicación, mediante un método que interprete la realidad en clave cultural, próxima a la llamada Historia de las mentalidades, es decir a la historia de los gustos y sensibilidades, individuales y colectivos, de la moral y la psicología social.

Los primeros capítulos del libro están dedicados a examinar la estrecha relación de los procesos de construcción de las identidades nacionales y los símbolos políticos, al tratamiento de estos por parte de la ciencia jurídica extranjera, con especial referencia a la vasta producción ensayística de los alemanes Rudolf Smend (1882-1975) y Peter Häberle (1934), y a los símbolos políticos en el ordenamiento jurídico español y la no muy extensa nómina de juristas patrios que se han interesado por las connotaciones sentimentales y emotivas que subyacen en muchas de nuestras instituciones políticas.
El resto de la obra premiada está referida a los símbolos políticos del Reino de España, entendiendo como tales no únicamente los tres convencionales, —Bandera, Escudo e Himno—, sino también el Rey (símbolo de la unidad y permanencia del Estado, según nuestra Constitución) y otros de menor intensidad semiótica pero por ello no menos importantes: las fiestas oficiales, las monedas y los sellos postales, determinados edificios y espacios públicos que atesoran algunas funciones memorialísticas, como el Panteón de Hombres Ilustres, las precedencias protocolarias y tratamientos de cortesía, así como el variado y poco sistemático conjunto de distinciones que se conceden en nuestro país: títulos de nobleza, órdenes y condecoraciones civiles y militares, Premios Nacionales de Cultura, etc.

Sobre la Corona nos dice García-Mercadal que “Los ciudadanos, atrapados por el poder omnipresente de la Administración y desorientados en el laberinto de los innumerables estamentos institucionales, necesitan poner voz y rostro al Estado; y para ello nada mejor que la certeza y seguridad que ofrece el Rey, una autoridad que se percibe cercana y afable, alejada de la contienda electoral y, a la vez, factor de continuidad y de una explicación familiarista de la vida política”.
Nos recuerda también que la Bandera, el Escudo, el Himno y la Fiesta Nacional de España traen su origen en disposiciones legales bastante antiguas, que datan de 1785, 1868, 1871 y 1918, respectivamente, con antecedentes sobre su utilización de facto más remotos aún, muy anteriores, en cualquier caso, a la dictadura franquista.
García-Mercadal sostiene que la Corona y los emblemas políticos despliegan una función estabilizadora y conservadora de las instituciones y de la realidad social, ofreciendo a los ciudadanos una sensación consoladora de protección, armonía y continuidad. Defiende, asimismo, el benéfico influjo civilizador que los premios y condecoraciones oficiales pueden ejercer en una sociedad si están sabiamente administrados.

El libro es muy poco complaciente con el tratamiento que los sucesivos gobiernos de la Moncloa han dado a los símbolos políticos nacionales desde hace décadas y se lamenta de la ruptura del consenso que se fraguó sobre ellos en la Transición. Su autor pone como ejemplo la tramitación en las cámaras de la Ley 33/1981, de 5 de octubre, del Escudo de España, “un ejemplo de cordura parlamentaria, que hoy no sería posible”.
García-Mercadal es crítico con la situación creada, pero desde la lealtad a las instituciones. Por eso también dedica una “Recapitulación Final” a realizar un diagnóstico de las causas de la “anorexia simbólica” que sufre nuestro país y a aportar soluciones constructivas para tratar de revertir la débil socialización que en la actualidad presentan los principales símbolos políticos españoles.

Publicado por La Mesa de los Notables.