Como
continuación a nuestra entrada de ayer, sobre los actos próximos a celebrar por
la Maestranza de Castilla, queremos dedicar la de hoy a pasearnos por “El
Esquileo”, antiguo complejo pecuario lleno de historia hoy propiedad del
doctor don Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, vizconde de Ayala y marqués de
la Floresta. Edificación centenaria en la
que se están celebrando los últimos actos de recibimiento de nuevos maestrantes de la Maestranza de Castilla.
Dejando
apenas entrever sus vetustos paredones y sus tejados musgosos entre la fronda
de una olmeda se encuentra, media legua más allá de Trescasas, el Rancho y
lugar de Cabanillas del Monte, una de las más pequeñas, olvidadas y apacibles
aldeas de esta Serranía: así describía el Marqués de Lozoya, en 1916, el bello
emplazamiento de este pueblecito castellano.
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Hermosas vistas de la escalera de acceso al piso superior, con los blasones del propietario. |
El
esquileo de Cabanillas del Monte es uno de los más antiguos, y el mejor
conservado de toda España. Constituye el elemento urbano central del pueblo,
junto a la iglesia, y su gran importancia radica en ser el único esquileo de
todo el territorio recorrido por los caminos de la Mesta que se mantiene en
pie, y prácticamente intacto desde su construcción en el año 1762, y en el que
fácilmente se pueden seguir y reconocer todas las operaciones y labores del
esquileo de ovejas. Por todo ello, en 1997 fue declarado Bien de Interés
Cultural, con categoría de Monumento, por la Junta de Castilla y León.
Su
origen se data en la época repobladora de esta zona de la Sierra de Segovia,
hoy llamada de Guadarrama: entre finales del siglo XI y comienzos del XII, tras
la definitiva reconquista de todo el valle del Duero. Según las crónicas, la ciudad
de Segovia se repobló en el año 1088. Enseguida, en estas tierras se consolidó
una red de vías pecuarias de antiquísimo origen, quizá prerromano: se favorecía
así la movilidad de los rebaños. Las cañadas serán, pues, las vías por las
cuales los grandes rebaños de ovejas merinas van a protagonizar el fenómeno de
la trashumancia, en busca de los pastos de invierno o de verano. En el año
1273, el Rey Don Alfonso X el Sabio institucionalizó toda esta amplia
organización ganadera, creando el poderoso Honrado Concejo de la Mesta.
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Vistas de la nave central. |
La
provincia de Segovia goza de una posición estratégica privilegiada dentro de la
red de cañadas peninsular, con el paso de tres cañadas y numerosos cordeles,
veredas y coladas (según la anchura de la vía), que partían de la cañada
principal a las poblaciones, ranchos de esquileo, etcétera. La cañada que pasa
muy cerca de Cabanillas del Monte es la Soriana Occidental, más conocida como
cañada de la Vera de la Sierra, que corre desde Villacastín a Riaza, uniendo
las provincias de Ávila, Segovia y Soria.
Más
que un camino, y en gran medida debido a la anchura fijada para esta clase de
vías (90 varas castellanas, o sea 75,22 metros), la cañada constituía un
pastizal alargado para las ovejas merinas. Así, Cabanillas, como el resto de los
pueblos serranos, conjuga dos circunstancias muy favorecedoras para su
economía: la riqueza de pastos, y la coincidencia del período de esquileo,
justo al paso de los grandes rebaños por sus tierras. A lo largo de la gran
cañada de la Vera de la Sierra se encuentra la mayor concentración de ranchos
de esquileo de toda la Península. No es de olvidar que Segovia fue, entre 1500
y 1700, la capital industrial de Castilla, siendo famosos sus paños finos en
toda Europa -los segovianos constan en los guardarropas de los grandes
monarcas, incluidos los ingleses, como Enrique VIII-, y en la América hispana.
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Patio delantero. |
A
mediados del siglo XVIII se esquilaban en estas dependencias unas 15.000
ovejas, lo que se traducía en unas 3.000 arrobas de lana en sucio, que sus
dueños vendían e incluso exportaban a Florencia, a Flandes y a Inglaterra. Un
siglo más tarde, hacia 1852, el número de ovejas esquiladas era prácticamente
la mitad, entre 6.000 y 8.000 cabezas. A finales del siglo XIX, el negocio de
la lana en Castilla decayó definitivamente, arruinando a muchos de sus dueños.
Dentro
del conjunto de edificios que forman este rancho de esquileo destacan la
residencia de los señores amos, la zona industrial o esquileo, la casa de
pastores y la zona del encerradero de las ovejas. La residencia –en que está
inscrita la fecha de 1762- consta de dos plantas y sus muros son de
mampostería; los huecos tienen dintel, jambas y alféizares de granito. En el
interior, numerosas habitaciones y dependencias, con carpinterías originales
del siglo XVIII. Comunica la vivienda en su primera planta directamente con la
nave del esquileo a través del oratorio: un gran balcón con portones, en el que
se ve el altar desde donde se decía la misa a los esquiladores durante su
faena, en domingos y festivos.
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Patio central visto desde el cuerpo central y una de las fachadas del edificio. |
La
nave del esquileo es un gran rectángulo y consta de dos espacios separados por
un muro medianero: el esquileo propiamente dicho, con una altura de seis metros
e impresionante viguería de madera, que en sus 330 metros cuadrados daría
cabida a 120 esquiladores o tijeras; y el bache o sudadero para las ovejas,
éste con el techo mucho más bajo para forzar la sudoración del ganado y así
facilitar el corte de la lana. En las paredes de la nave de esquileo, pastores
y esquiladores nos han dejado, pintados con almagre, sus nombres, algunas
frases, hierros de la cabaña y curiosos dibujos. Dos puertas comunican el
rancho con las tres lonjas donde se apilaba la lana recién cortada. Hay también
algunas otras dependencias menores, como cocinas y despensas para la manutención
del personal.
Una
puerta permite el paso desde el rancho a la peguera, lugar donde se marcaban
las reses, ya en la zona del encerradero, y que hoy es un corral ajardinado, a
cielo abierto, que da a la puerta principal del complejo. Todo el recinto está
rodeado de buenos muros que cierran los patios. Entre el patio central, situado
junto al esquileo y que da acceso a la casa de los señores amos, se encuentra
otra nave soportalada, que era la casa que albergaba a los esquiladores y
pastores mientras duraban las tareas del esquileo.
Todo
este complejo pecuario e industrial solo se utilizaba durante un mes y medio al
año, desde los primeros días del mes de mayo, cuando los rebaños llegaban desde
Extremadura, y antes de que subieran a los pastos de verano en las vecinas
montañas de la Sierra de Segovia. En aquellos días, el ambiente dentro de estos
muros debió de ser, a juzgar por los testimonios coetáneos, de una grandísima
algarabía de gentes y de ovejas.
Debido
quizá a sus moderadas dimensiones, y sin duda al mucho empeño de sus sucesivos
poseedores, esta casa-esquileo de Cabanillas del Monte se conserva intacta y
constituye uno de los mejores y más singulares exponentes del mundo pastoril e
industrial que caracterizó a estas tierras segovianas durante siglos.
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Publicado
por La Mesa de los Notables.