martes, 7 de septiembre de 2021

EL ESQUILEO DE CABANILLAS DEL MONTE Y LA MAESTRANZA DE CASTILLA.

Como continuación a nuestra entrada de ayer, sobre los actos próximos a celebrar por la Maestranza de Castilla, queremos dedicar la de hoy a pasearnos por “El Esquileo”, antiguo complejo pecuario lleno de historia hoy propiedad del doctor don Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, vizconde de Ayala y marqués de la Floresta. Edificación centenaria en la  que se están celebrando los últimos actos de recibimiento de nuevos maestrantes de la Maestranza de Castilla.

Dejando apenas entrever sus vetustos paredones y sus tejados musgosos entre la fronda de una olmeda se encuentra, media legua más allá de Trescasas, el Rancho y lugar de Cabanillas del Monte, una de las más pequeñas, olvidadas y apacibles aldeas de esta Serranía: así describía el Marqués de Lozoya, en 1916, el bello emplazamiento de este pueblecito castellano.

Hermosas vistas de la escalera de acceso al piso superior, con los blasones del propietario.

El esquileo de Cabanillas del Monte es uno de los más antiguos, y el mejor conservado de toda España. Constituye el elemento urbano central del pueblo, junto a la iglesia, y su gran importancia radica en ser el único esquileo de todo el territorio recorrido por los caminos de la Mesta que se mantiene en pie, y prácticamente intacto desde su construcción en el año 1762, y en el que fácilmente se pueden seguir y reconocer todas las operaciones y labores del esquileo de ovejas. Por todo ello, en 1997 fue declarado Bien de Interés Cultural, con categoría de Monumento, por la Junta de Castilla y León.

Su origen se data en la época repobladora de esta zona de la Sierra de Segovia, hoy llamada de Guadarrama: entre finales del siglo XI y comienzos del XII, tras la definitiva reconquista de todo el valle del Duero. Según las crónicas, la ciudad de Segovia se repobló en el año 1088. Enseguida, en estas tierras se consolidó una red de vías pecuarias de antiquísimo origen, quizá prerromano: se favorecía así la movilidad de los rebaños. Las cañadas serán, pues, las vías por las cuales los grandes rebaños de ovejas merinas van a protagonizar el fenómeno de la trashumancia, en busca de los pastos de invierno o de verano. En el año 1273, el Rey Don Alfonso X el Sabio institucionalizó toda esta amplia organización ganadera, creando el poderoso Honrado Concejo de la Mesta.

Vistas de la nave central.

La provincia de Segovia goza de una posición estratégica privilegiada dentro de la red de cañadas peninsular, con el paso de tres cañadas y numerosos cordeles, veredas y coladas (según la anchura de la vía), que partían de la cañada principal a las poblaciones, ranchos de esquileo, etcétera. La cañada que pasa muy cerca de Cabanillas del Monte es la Soriana Occidental, más conocida como cañada de la Vera de la Sierra, que corre desde Villacastín a Riaza, uniendo las provincias de Ávila, Segovia y Soria.

Más que un camino, y en gran medida debido a la anchura fijada para esta clase de vías (90 varas castellanas, o sea 75,22 metros), la cañada constituía un pastizal alargado para las ovejas merinas. Así, Cabanillas, como el resto de los pueblos serranos, conjuga dos circunstancias muy favorecedoras para su economía: la riqueza de pastos, y la coincidencia del período de esquileo, justo al paso de los grandes rebaños por sus tierras. A lo largo de la gran cañada de la Vera de la Sierra se encuentra la mayor concentración de ranchos de esquileo de toda la Península. No es de olvidar que Segovia fue, entre 1500 y 1700, la capital industrial de Castilla, siendo famosos sus paños finos en toda Europa -los segovianos constan en los guardarropas de los grandes monarcas, incluidos los ingleses, como Enrique VIII-, y en la América hispana. 

Patio delantero.

A mediados del siglo XVIII se esquilaban en estas dependencias unas 15.000 ovejas, lo que se traducía en unas 3.000 arrobas de lana en sucio, que sus dueños vendían e incluso exportaban a Florencia, a Flandes y a Inglaterra. Un siglo más tarde, hacia 1852, el número de ovejas esquiladas era prácticamente la mitad, entre 6.000 y 8.000 cabezas. A finales del siglo XIX, el negocio de la lana en Castilla decayó definitivamente, arruinando a muchos de sus dueños.

Dentro del conjunto de edificios que forman este rancho de esquileo destacan la residencia de los señores amos, la zona industrial o esquileo, la casa de pastores y la zona del encerradero de las ovejas. La residencia –en que está inscrita la fecha de 1762- consta de dos plantas y sus muros son de mampostería; los huecos tienen dintel, jambas y alféizares de granito. En el interior, numerosas habitaciones y dependencias, con carpinterías originales del siglo XVIII. Comunica la vivienda en su primera planta directamente con la nave del esquileo a través del oratorio: un gran balcón con portones, en el que se ve el altar desde donde se decía la misa a los esquiladores durante su faena, en domingos y festivos.

Patio central visto desde el cuerpo central y una de las fachadas del edificio.

La nave del esquileo es un gran rectángulo y consta de dos espacios separados por un muro medianero: el esquileo propiamente dicho, con una altura de seis metros e impresionante viguería de madera, que en sus 330 metros cuadrados daría cabida a 120 esquiladores o tijeras; y el bache o sudadero para las ovejas, éste con el techo mucho más bajo para forzar la sudoración del ganado y así facilitar el corte de la lana. En las paredes de la nave de esquileo, pastores y esquiladores nos han dejado, pintados con almagre, sus nombres, algunas frases, hierros de la cabaña y curiosos dibujos. Dos puertas comunican el rancho con las tres lonjas donde se apilaba la lana recién cortada. Hay también algunas otras dependencias menores, como cocinas y despensas para la manutención del personal.
Una puerta permite el paso desde el rancho a la peguera, lugar donde se marcaban las reses, ya en la zona del encerradero, y que hoy es un corral ajardinado, a cielo abierto, que da a la puerta principal del complejo. Todo el recinto está rodeado de buenos muros que cierran los patios. Entre el patio central, situado junto al esquileo y que da acceso a la casa de los señores amos, se encuentra otra nave soportalada, que era la casa que albergaba a los esquiladores y pastores mientras duraban las tareas del esquileo.

Todo este complejo pecuario e industrial solo se utilizaba durante un mes y medio al año, desde los primeros días del mes de mayo, cuando los rebaños llegaban desde Extremadura, y antes de que subieran a los pastos de verano en las vecinas montañas de la Sierra de Segovia. En aquellos días, el ambiente dentro de estos muros debió de ser, a juzgar por los testimonios coetáneos, de una grandísima algarabía de gentes y de ovejas.
Debido quizá a sus moderadas dimensiones, y sin duda al mucho empeño de sus sucesivos poseedores, esta casa-esquileo de Cabanillas del Monte se conserva intacta y constituye uno de los mejores y más singulares exponentes del mundo pastoril e industrial que caracterizó a estas tierras segovianas durante siglos.

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Publicado por La Mesa de los Notables.